*** La agenda internacional de Venezuela ofrece grandes oportunidades para el crecimiento social y económico con miras a la exportación si se ofrece a los inversionistas las condiciones adecuadas, considera el autor.
Por J. GERSON REVANALES M.
Como dice la letra del popular himno de navidad del dominicano Félix del Rosario, popularizado por ese patrimonio artístico que es la Billo’s Caracas Boys, “Un año que viene y otro que se va”. El año 2021 deja un mal recuerdo, por la pandemia, por los amigos que se fueron, las altas tasa de inflación, las violaciones a los DD.HH, los presos políticos; que por sus malos recuerdos e influencias, podría ser pasto de fogatas de acuerdo a algunas tradiciones como la quema de espantapájaros en los Andes venezolanos los 31 de diciembre; la quema de los famosos Ninots en las Fallas de Valencia o del ya tradicional Judas Iscariote en Semana Santa.
La temática internacional del año 2021 fue sumamente complicada con las sanciones impuestas por los EE.UU, la caída de los precios del petróleo, el narcotráfico, o los informes condenatorios por violaciones a los DD.HH, dejando un saldo negativo en cuanto a logros alcanzados. Quizás esos fracasos fueron una de las tantas causas del cambio en la Cancillería del hoy candidato impuesto a gobernador en Barinas, por un profesional de carrera con larga experiencia en el Servicio Exterior, con la misión de manejar la política exterior con paciencia y no con la torpeza de su antecesor. Arreaza, como si hubiera estado al volante de los carritos chocones en un parque de atracciones, tuvo más encontronazos que éxitos durante su estadía al frente de la diplomacia bolivariana, al dejar al país con problemas y confrontaciones por todos sus costados y fronteras (Colombia, Brasil, Guyana, Trinidad, EE.UU, Holanda y Francia). Tampoco olvidemos las causas en la CIJ y en la CPI; la condena política de los 32 miembros de la Unión Europea y el desconocimiento de 62 de las democracias más reconocidas en el mundo. Esperamos que el nuevo ministro Plasencia haga honor a su apellido y más con paciencia que con complacencia, recomponga el entuerto dejado por su camarada antecesor.
La esperanza está en que este año que comienza sea aprovechado de acuerdo a los intereses del país. La agenda internacional ofrece grandes oportunidades para el crecimiento social y económico con miras a la exportación si se ofrece a los inversionistas las condiciones adecuadas. El empresariado nacional está compitiendo en desigualdad frente a la política populista que beneficia a unos pocos privilegiados co bodegones y casinos, con cero aranceles. Por ejemplo, con la libre importación de vehículos. Hay que recuperar la industria manufacturera y metalmecánica nacional. Por otro lado, al inversionista extranjero hay que garantizarle seguridad jurídica, un trato no menos favorable que el establecido a los inversionistas nacionales. Son vitales ciertas garantías para la protección tanto de sus capitales como de la transferencias relacionadas con sus inversiones y sin demora injustificada, también de los aportes de capital como utilidades, dividendos, intereses, ganancias de capital, pagos de regalías y otros montos derivados de la inversión. En palabras más sencillas, hay que crear confianza.
Si esto no ocurre, el crecimiento será ficticio, de una clase privilegiada y enchufada en extraños negocios al amparo de la impunidad y la corrupción.
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