Por JOSÉ PIÑEIRO
Roman Abramóvich es un multimillonario ruso que llegó a estar entre los 11 más ricos del mundo, según Forbes. Es conocido por ser dueño del Chelsea FC, equipo de fútbol de la liga inglesa. El oligarca, muy cercano a Vladimir Putin, se encuentra en la polémica tras la invasión a Ucrania. Aparte de ser sancionado, lo cual le impide ingresar al Reino Unido, un parlamentario británico ha llegado a sugerir confiscarle el club de fútbol.
Abramóvich, de 55 años, también posee nacionalidad israelí y portuguesa. Ha participado tanto en política como en el mundo empresarial. Es dueño del Chelsea desde el 2003, al que llevó a la cima europea y ganar 2 Ligas de Campeones. De hecho, es el actual campeón europeo.
Abramóvich amasó su fortuna por los caminos oscuros, con negocios considerados ilegales en la antigua Unión Soviética. Entre esos emprendimientos, no permitidos por el carácter socialista de la economía soviética, estaban una cooperativa inmobiliaria y una fábrica de juguetes que vendió en la década de los 90.
Gracias a la política de privatización de empresas estatales del ex presidente ruso, Borís Yeltsin, Roman se hizo dueño de varias compañías. La mayor de esas empresas era la petrolera Sibneft.
Roman el político
Abramóvich tiene experiencia política de más de 8 años. Fue representante en la Duma (Cámara Baja) por la región de Chukotka (extremo oriente), electo en 1999. En diciembre del 2000 fue elegido gobernador de dicha región. En 2005, Putin lo renovó en el cargo. Lo anterior fue gracias a un cambio en la ley que permitía que los gobernadores fueran designados por el presidente.
Abramóvich vive y trabaja desde hace años en Inglaterra. Su relación con Putin lo tiene en el punto de mira desde hace años. Desde el 2019 está investigado formalmente. El medio inglés The Guardian reveló que el ruso participa en “actividades y prácticas corruptas” vinculadas al Kremlin.
Así, el magnate llegó a ser la persona más millonaria de Rusia y la décimo primera más poderosa del planeta, según la revista Forbes.
Ahora, según The Sun, el Reino Unido no le renovará el permiso de residencia a Abramóvich, ni con el pasaporte ruso, israelí o portugués.
Un paso al costado para salvar al Chelsea
Roman Abramóvich ha dado un paso al lado en su gestión al frente del Chelsea. El oligarca ruso ha emitido un comunicado que reza la siguiente: «Durante mis casi 20 años como propietario del Chelsea, siempre he considerado que mi único papel era custodiar el club, un trabajo con el que asegurar que tenemos tanto éxito como podamos hoy en día, y también de cara al futuro, mientras jugamos un papel importante en nuestras comunidades. Siempre he tomado decisiones priorizando los intereses del club. Me comprometo a seguir con estos valores. Es por ello que hoy cedo el cuidado y la administración del Chelsea a los comisarios de la Fundación del Chelsea. Creo que están en mejor posición que yo para cuidar de los intereses del club, de los jugadores, del cuerpo técnico y de los aficionados».
Según el diario The Times, el Chelsea podría enfrentarse a la quiebra si el gobierno británico acaba congelando los activos financieros de Abramovich. El ruso podría exigir que el equipo de Londres le devuelva 1.500 millones de libras -1.800 millones de euros al cambio actual-. Es la cifra que el oligarca cercano a Putin habría prestado al club. Ese sería el contraataque ante una hipotética amenaza del gobierno.
El club, en tanto, puede terminar vendido. Entre los interesados por comprarlo sobresale Sir Jime Ratcliffe, presidente del grupo de productos químicos Ineos, que compró el Niza en 2019 y también es dueño de un equipo ciclista.
Además de Ratcliffe, otros inversores estadounidenses estarían interesados, tal y como apuntó Bloomberg.