Por José Piñeiro
El canciller ruso Serguéi Lavrov anunció este miércoles un orden mundial más “justo” y “democrático” en colaboración con China, país que visita por primera vez desde que se inició la guerra en Ucrania.
Tras el comienzo del conflicto armado, Pekín se esfuerza por mantener una difícil neutralidad que muchos en Occidente perciben como escorada hacia los intereses rusos. En los últimos años, las relaciones entre Rusia y China se han intensificado conforme crecían sus respectivos enfrentamientos con la Casa Blanca.
“Estamos viviendo una etapa muy seria en la historia de las relaciones internacionales”, aseveró el jefe de la diplomacia del Kremlin antes de iniciar la reunión bilateral con su homólogo chino, Wang Yi. “Estoy convencido de que al final de esta etapa, la situación internacional será mucho más clara. Y que nosotros, junto con ustedes y nuestros partidarios, avanzaremos hacia un orden mundial multipolar, justo y democrático”, añadió Lavrov.
China ha rechazado condenar la intervención militar de Rusia en Ucrania denunciando a su vez las sanciones occidentales contra Moscú. A principios de este mes de marzo, Wang Yi alabó lo que llamó una amistad «sólida como una roca» con Moscú, y defendió las preocupaciones «razonables» de Rusia en materia de seguridad.
Para ratificar aún más esa cercanía entre ambas potencias, semanas antes de que comenzara la guerra en Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue recibido calurosamente por su homólogo chino, Xi Jinping, en Pekín con quien celebró una amistad «sin límites» denunciando la «expansión» de la OTAN.
Lavrov llegó a Tunxi (este), que acoge una reunión hasta el jueves de siete países vecinos de Afganistán (Rusia, China, Pakistán, Irán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), indicó la embajada en su red social Weibo.
En paralelo debe celebrarse una reunión de un «mecanismo de consulta» sobre Afganistán con la participación de diplomáticos de China, Rusia, Pakistán, pero también Estados Unidos, indicó Pekín.
China comparte una pequeña frontera montañosa de 76 kilómetros a gran altitud con Afganistán y teme que su vecino se convierta en una base en la retaguardia para los separatistas e islamistas de la etnia uigur, mayoritaria en la vasta región fronteriza de Xinjiang (noroeste).