*** Putin corta el gas a Polonia y Bulgaria. ¿Hincará la rodilla el resto de Europa o la táctica rusa tendrá un efecto unificador?
Por José Piñeiro
A medida que la guerra en Ucrania se prolonga más de lo que Vladimir Putin parece haber previsto, el dictador ruso se vuelve cada vez más agresivo. Moscú cortó el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, y amenaza con hacer lo mismo con otras «naciones no amigas» que se nieguen a pagar el servicio en rublos. Putin, además, lanzó una de sus advertencias más contundentes hasta la fecha sobre la «injerencia en Ucrania» de Occidente.
Mientras tanto, Estados Unidos y sus aliados aumentan las transferencias de armas, la financiación de la guerra y el intercambio de información. Biden propone darle a Ucrania lo que confisque a los oligarcas rusos. Además, el presidente estadounidense solicitará una $33 mil millones, que incluyen $20 mil millones en asistencia militar para Ucrania, $8 mil millones en asistencia económica y $3 mil millones en ayuda humanitaria, así como $500 millones para apoyar que la producción agrícola norteamericana pueda paliar el impacto en le mercado alimentario mundial causado por la guerra.
Pero, ¿por qué Putin va primero contra Polonia y Bulgaria? Aunque otros países han insistido en pagar el gas en euros, como dictan los contratos vigentes, estos dos países representan los puntos más débiles del este europeo. Son los primeros en recibir el gas en su camino hacia Europa. Polacos y búlgaros también se encuentran entre los primeros cuyos pagos vencen más pronto, aunque la estrategia también puede tener el objetivo de dividir a la Unión Europea al estrangular a algunas naciones y no a otras. Según el polaco Donald Tusk -ex presidente del Consejo Europeo y presidente del Partido Popular Europeo- no sólo Hungría hincará la rodilla ante la exigencia del dictador ruso: Alemania y Austria estarían abriendo cuentas en rublos para pagarle el gas a Moscú. La petrolera italiana ENI también se moviliza para operar en la moneda rusa.
Además, Polonia ha sido una de las naciones más críticas con Rusia en la alianza occidental y ha sido uno de los mayores apoyos a Ucrania en términos de acogida de refugiados, apoyo militar y transferencias de armas.
El Kremlin ha esbozado un mecanismo de pago que permitiría a los compradores extranjeros convertir sus dólares y euros a través de Gazprombank. Curiosamente, esta entidad bancaria ha sido cuidadosamente excluida de las sanciones de la UE. El banco, controlado por el Estado, enviaría los rublos al gigante energético Gazprom, lo que impediría a los gobiernos occidentales «embargar los pagos realizados en moneda extranjera y reforzaría la soberanía de Rusia», según Putin. La UE ha debatido si el plan incumple las sanciones contra Moscú, ya que algunos países hacen arreglos para cumplir con el nuevo sistema de pagos por temor a que un embargo o bloqueo los lleve a la recesión.
Alemania registró una inflación del 7,8% en abril, la más alta desde la reunificación del país.
«El anuncio de Gazprom es otro intento de Rusia de chantajearnos con el gas», dijo la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, en un comunicado. La carrera actual es por acelerar la sustitución de la energía rusa por nuevas fuentes, como el gas natural licuado importado de Estados Unidos y Oriente Medio, el gas canalizado desde Noruega y el norte de África, o un próximo gasoducto desde Azerbaiyán. Mientras tanto, pueden firmarse acuerdos de solidaridad con otras naciones de la UE para los suministros de gas que les sobren, enviando gas a Polonia y Bulgaria mediante flujos inversos a lo largo del gasoducto Yamal-Europa o importando gas de Grecia y Turquía. Los futuros del gas natural holandés TTF, de referencia en Europa, subieron el miércoles un 4,1% para establecerse en 107,43 euros, lo que está muy por debajo de su máximo en marzo, pero sigue siendo 5 veces más caro que los precios de hace un año.
Cortar la energía a Europa es la mayor arma económica que puede desplegar Putin. Es su botón nuclear, aparte de literalmente el botón nuclear. Por supuesto, a medida que se acerquen las temperaturas más cálidas, este mecanismo perderá eficacia. Es la carrera contra el tiempo de Europa: lograr sustituir el gas ruso para cuando regrese el invierno. Sin embargo, junto con otros movimientos que pretendían dividir al bloque, la decisión podría ser contraproducente y, en cambio, reforzar la determinación de la UE. Una vez que se adquieran fuentes de energía alternativas, podría privar a Moscú de miles de millones de dólares en ingresos que antes habría obtenido de esas transacciones. Las ventas de petróleo y gas representan alrededor del 40% de los ingresos anuales de Rusia. Son su fuente más lucrativa de ingresos exteriores.
Foto destacada cortesía Mental Unrest.