Erick Malpica, de capital importancia para Maduro

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*** Según Rafael Ramírez, no se trata sólo de que Malpica sea sobrino de Cilia Flores, sino que ha sido uno de los operadores financieros más importantes de Maduro.

Por Rafael Ramírez

Uno no deja de sorprenderse de las actuaciones del madurismo, de su absoluta falta de respeto por todo el país, y de la ausencia de la ética en la política. 

De las conversaciones secretas –y ni tan secretas– del gobierno de Maduro con la Administración de Joe Biden, el primer resultado concreto es que esta autoriza a la Chevron a negociar con el gobierno venezolano (cosa que tienen tiempo haciendo), a la vez que levanta las sanciones impuestas a Erick Malpica en julio de 2017. 

Erick Malpica se revela así, como el hombre más importante para el gobierno madurista. 

En la lista de sancionados por los Estados Unidos hay desde Altos Jefes Militares, Generales y demás oficiales, pasando por Jefes Políticos –de todo tipo y calaña–, Jueces, incluyendo, al ex Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, ex Presidentes del Consejo Nacional Electoral, Gobernadores, Alcaldes, ex Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, entre otros, es decir la plana mayor del madurismo. Pero, a Nicolás Maduro, sólo se le viene en mente, ¡salvar a Erick Malpica! 

¿Por qué es Erick Malpica tan importante para Maduro?

No se trata sólo de que Malpica sea otro sobrino de Cilia Flores, lo cual, no es nada extraño, pues en este gobierno, la mayoría de los familiares directos de la pareja presidencial ejercen funciones claves o tienen incidencia directa en el mismo; lo realmente importante es el rol que el mismo ha desempeñado en el asalto al poder por parte del madurismo, que lo ha convertido en el operador económico más importante de Nicolás Maduro y su círculo íntimo. Esto ha sido así, desde el paso de Erick Malpica por la Cancillería, donde era el administrador del entonces Canciller.

Tan pronto Maduro llega a Miraflores, Erick Malpica, con su experiencia previa de haber sido el administrador de un edificio, que, por cierto, dejó en pésimas condiciones, se convierte, nada más y nada menos, que en el Tesorero de la Nación. 

Desde allí, Malpica se dedicó a hacer todo tipo de operaciones irregulares con las divisas del país. En efecto, las solicitudes de divisas por parte de la Tesorería, sufrieron un incremento exponencial. 

Esto lo detecté en mi corto período como Vicepresidente Económico, entre finales de 2013 y mediados de 2014, cuando, por primera vez, se hacía un Balance del uso de las divisas en el país, lo cual me permitió evidenciar los mecanismos por los cuales se distribuían y perdían las divisas captadas del ingreso petrolero, a través de la maraña de Ministerios y organismos, que se apropiaban –como lo siguen haciendo– de la renta del petróleo.  

Para mí, que era la primera vez que tenía acceso a esta información, resultó indignante constatar cómo la renta petrolera se la apropian los grupos económicos del país vulnerando los mecanismos de “control” del Estado. Así, desde mi condición de Vicepresidente Económico exigí a todos los organismos del Estado y al Banco Central de Venezuela,  la rendición de cuentas de las divisas, que con tanto esfuerzo, captábamos en PDVSA por las exportaciones petroleras y que entregábamos al Banco Central y al Fisco, para que desarrollaran sus Planes y Políticas, como establece la ley. 

Al detectar la cantidad extraordinaria de divisas que la Tesorería estaba extrayendo, anomalía que está registrada en las cuentas del Banco Central de Venezuela, me dirigí a hablar con Nicolás Maduro, como Presidente de la República. Ese fue mi primer gran choque directo con él, cuando éste me confesó que Malpica realizaba estos retiros extraordinarios de divisas con su conocimiento para realizar “ciertas operaciones”, con lo cual le manifesté mi profundo desacuerdo, pues se estaban extrayendo de manera ilegal, recursos del Estado venezolano para otros propósitos distintos a los contemplados en la Ley.   

A partir de allí quedó claro para Maduro que yo no consentiría ese tipo de manejos con los recursos del Estado, no me plegaría a este tipo de actuaciones irregulares. Luego, me enteré que, entre las operaciones “especiales” a las que se refería Maduro estuvo la adquisición a través de sus operadores privados de los más importantes medios de comunicación del país.  

Posteriormente, todavía como Vicepresidente de Economía,  al frente de PDVSA y del Ministerio del Petróleo, entendiendo claramente que estábamos al borde de una crisis económica producto de muchos factores, el más importante de ellos la muerte del Presidente Chávez y la desestabilización política, le presenté sucesivamente a Nicolás Maduro, Presidente y responsable de la Hacienda Pública, 14 documentos con un Plan y un conjunto de medidas para hacer frente a la crisis que se nos avecinaba, preparados, en conjunto, con el equipo económico del Presidente Chávez, entre otros, el ex Ministro de Finanzas, José Rojas, y el ex Presidente del Banco Central, Nelson Merentes. Pero teníamos la tragedia de que Maduro las recibía, las escuchaba, pero no hacía nada, mientras crecía la ola del tsunami económico. Era claro que él tenía otros intereses y “asesores” a la sombra del gobierno.

Existía fuerte resistencia en Miraflores a la toma de las decisiones sobre el plan propuesto por nosotros. El aspecto que más resistencia generaba era la propuesta de derogar o modificar la política cambiaria, revisar los controles que a esta altura no controlaban nada, pero que se había convertido en una fuente masiva de corrupción, a través del otorgamiento de divisas preferenciales, tanto en CADIVI y luego en el CENCOEX, a las empresas privadas, incluyendo a los socios internacionales, y entes del Estado, divisas que luego iban a alimentar el mercado negro y el dólar paralelo. El tema cambiario se convirtió en un gran negocio en el país, se hicieron grandes fortunas, al obtener dólares preferenciales, subsidiados, que luego se vendían al precio del paralelo. Los grupos económicos que apoyaban al madurismo se estaban beneficiando ampliamente de este mecanismo.

Al darme cuenta de esta fuerte resistencia en el gobierno al plan económico propuesto y la creciente hostilidad desde Miraflores y la vicepresidencia de Arreaza al chavismo en el gobierno, pensé que debía hacer estos planteamientos en el seno del partido, es decir, alertar y abrir una discusión en el chavismo sobre lo que estaba pasando.  

Por eso decidí llevar estos planteamientos y plan económico ante el Congreso Extraordinario del PSUV. Allí las propuestas fueron escuchadas con atención y aprobadas por aclamación por los delegados del partido presentes. Este apoyo del PSUV, generaron el rechazo y molestia de Nicolás Maduro, quien, a través de su Vicepresidente Jorge Arreaza (quien ocupaba este puesto a cuenta de yerno del Presidente Chávez), pretendió detener la presentación, llamando a un “punto de orden”, dándole con una cucharita a una copa (ha sido la única vez que me han caceroleado). Se agravaba el cisma político.

Me dí cuenta que Nicolás Maduro no haría NADA de lo recomendado por el equipo económico de Chávez, ni permitiría una discusión de la grave situación que enfrentábamos. Allí se estaba torciendo el curso de la economía y de la política en el país.

Él (Maduro) tenía sus propios asesores, entre ellos, un profesor español que luego del desastre, desapareció, que estaba compuesto por Erick Malpica (Tesorero de la Nación), Simón Zerpa (Presidente del Bandes y del Fondo Chino) y Alejandro Fleming (Presidente del Cencoex, organismo que sustituyó a CADIVI en el otorgamiento “a mano suelta”, por cierto, de las divisas generadas por PDVSA). 

El líder indiscutible de este “equipo económico”, era Erick Malpica, por su contacto directo con Nicolás Maduro. Estos tres personajes que tanto daño le hicieron al país, no tenían ningún tipo de experiencia en el área económica, ni de gestión pública; eran los ayudantes de Maduro en la Cancillería: el administrador, el que llevaba los maletines, y el que hacía las agendas. 

En ese terrible año de 2014, en el cual podemos hacer un paralelismo con 200 años atrás, cuando se perdió la Segunda República, se consumó la decisión política de entregar el control de nuestra economía a los factores privados, intereses muy poderosos que sostenían al madurismo y que, en el área económica, estaba representado por este “equipo”. 

La situación política ya se vislumbraba compleja para el chavismo. El entonces ex Vicepresidente Jorge Arreaza, siguiendo instrucciones precisas de Nicolás Maduro, se dedicó a desmantelar al gobierno del Presidente Chávez, me di cuenta que nuestra economía iba hacia un choque, a un colapso, y si no asumíamos un programa chavista, no podríamos sostener las conquistas económicas y sociales del pueblo venezolano, alcanzadas durante la revolución. 

Con un esfuerzo extraordinario de PDVSA, entregamos al gobierno 40.000 millones de dólares adicionales, para que, en el marco del Plan propuesto, pudiéramos defender nuestra moneda nacional, el Bolívar, del ataque del dólar paralelo, estimulado por una política cambiaria que se había agotado; a la vez de disponer de un fondo para la importación de rubros esenciales para la alimentación y la salud de nuestro pueblo; así como los insumos para la actividad industrial y agroindustrial, y sostener nuestra economía, que, obviamente, entraba en un período de turbulencia.

Este esfuerzo de PDVSA, lo había discutido con el mismo Nicolás Maduro, pero a la vez que le planteaba la necesidad de vender Citgo, (Citgo siempre fue un rehén de la apertura petrolera), ya teníamos un proceso en marcha, donde habíamos conseguido ofertas de hasta 14 mil millones de dólares, manteniendo con Citgo nuestros contratos de suministros petroleros a largo plazo. Igualmente, le expuse la necesidad de entrar a un proceso de renegociación de la deuda externa, tanto con los tenedores de bonos, como con las autoridades chinas, las cuales estaban en disposición de hacerlo – en mi último viaje al gigante asiático hablamos sobre este tema con las autoridades chinas– puesto que la situación general de la economía y del país había cambiado, no sólo por la ausencia del Presidente Chávez –lo cual le restaba gobernabilidad al país–, sino porque ya se vislumbraba que el precio del petróleo sufriría una caída. 

Mi error –y lo asumo autocríticamente– fue pensar que Nicolás Maduro actuaría como lo hacía Chávez en circunstancias como estas: con responsabilidad y sentido revolucionario. Pero no fue así, hay una diferencia ABISMAL entre ambos. 

Recuerdo que en 2008, cuando preveíamos que el precio del petróleo colapsaría por la crisis de la economía mundial, informé y discutí con el Presidente Chávez los distintos escenarios del mercado petrolero y la posibilidad (que después se concretó, en diciembre de 2008), de que la OPEP acordara en su reunión de Orán, en Argelia, un recorte de producción de 4,5 millones de barriles, de los cuales nos correspondía a nosotros recortar 365 mil barriles al día de petróleo. 

Para nosotros, era un duro golpe, porque luego de una gestión exitosa de recuperación del sabotaje petrolero, nuestra producción petrolera, llegó a ubicarse, ese año 2008, en 3,4 millones de barriles al día de petróleo, un nivel que iba en línea con las metas del Plan Siembra Petrolera; pero, ahora, nos veíamos obligados a recortar esta producción y ubicarnos en 3 millones de barriles al día, para evitar que el precio colapsara ante la crisis de la economía norteamericana. 

Tal como lo habíamos previsto, el precio de nuestra cesta petrolera cayó de 100 dólares el barril, a mediados de 2008, hasta 35 dólares el barril, entre diciembre de 2008 y el primer trimestre de 2009, para luego promediar 70 dólares en el 2010. El presidente Chávez, junto al equipo económico y petrolero, estructuramos, sin demora alguna, un Plan de Contingencia y de Emergencia, para hacer frente a esta situación. La línea central del Presidente Chávez fue que PDVSA debía aguantar y hacer todos los esfuerzos necesarios, ya que bajo ninguna circunstancia, podíamos sacrificar las conquistas económicas y sociales del país; y así lo hicimos. 

Por eso, logramos salir, ya para el año 2011, con éxito y sin trauma de la crisis del precio del petróleo, tal como lo habíamos hecho durante los años 2002, 2003, y 2004, donde sufrimos los efectos del criminal sabotaje petrolero. Trabajamos bajo la dirección del Comandante Chávez, con un criterio absolutamente revolucionario y un alto sentido de responsabilidad, como administradores de la Hacienda Pública y de la principal empresa del Estado. 

Pero Maduro no era Chávez, y demostró no tener ni capacidad, ni responsabilidad en el manejo de una situación como aquella. El país le quedó grande. 

Maduro DESESTIMÓ todas las propuestas económicas que le hicimos: ni vendió Citgo, ni renegoció la deuda, ni modificó la política cambiaria; tampoco jerarquizó el uso de las divisas para garantizar las necesidades del pueblo y del sector productivo nacional. 

Nosotros entregamos los 40 mil millones de dólares al Cencoex, bajo el control de Alejandro Fleming, y Maduro decidió directamente, junto a Erick Malpica y Fleming, a cuáles grupos privados y empresas se les pagaba la deuda y se les daba dólares preferenciales. No hubo ningún criterio racional, ni se revisaron los montos, ni las prioridades. Se le otorgaron los dólares de la República a los grupos de poder, los nuevos –emergentes del madurismo– y los tradicionales. ¡Fue un desastre! Los grupos de interés del madurismo se apropiaron de estos recursos extraordinarios, y las consecuencias las sufrimos todos los venezolanos. 

Recuerdo que hicimos un trabajo con la Comisión que intervino CADIVI, donde participaba nuestro querido hermano el  «Chino» Khan, un revolucionario a toda prueba, donde pudimos, finalmente, y a pesar de la oposición del sector militar que manejó CADIVI durante muchos años, hacer una lista con nombres y montos de todas aquellas empresas y grupos económicos, que recibieron dólares preferenciales durante muchos años, los dólares de la renta petrolera, que eran asignados por dicho sector militar en CADIVI. Eran 4 Libros que entregué a Maduro en sus manos, para que los hiciera públicos como pedía la opinión pública, y tomara acciones correctivas, tampoco lo hizo. 

Obviamente, manifesté mi profundo rechazo a todo lo que estaba sucediendo. Por eso fui removido de la Vicepresidencia Económica, de la Presidencia de PDVSA y del Ministerio, en agosto de 2014. Luego, inicié mi tránsito temporal de 3 meses por la Cancillería, tiempo que me permitió apreciar a esta institución y entender, dado el grado de deterioro institucional y físico de la misma, lo que sucedería con el país en manos del madurismo. Después iría al exterior, en enero de 2015, como embajador permanente ante las Naciones Unidas y en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde, ya fuera del país, no podía tener ninguna incidencia en lo que pasaba en el gobierno.  

En diciembre de 2014, Erick Malpica es nombrado Director de Finanzas de PDVSA,  a la vez que se mantenía como Tesorero de la Nación.  Se inició, entonces, una DESVIACIÓN MASIVA DE LOS FONDOS DE LA INDUSTRIA. Se extrajo el dinero de TODOS los Fondos existentes, Fondos de contingencia, e incluso, del Fondo de Jubilados y Pensionados de la industria petrolera. 

Esta era una política del madurismo: controlar y disponer de todos los Fondos del país, tanto los petroleros, como el Fondo Chino, FONDEN, BANDES, reservas de oro del BCV. Todo fue dilapidado, utilizado para otros propósitos. Fue el SAQUEO.

Desde la Tesorería y la Vicepresidenta de Finanzas de PDVSA, comenzaron a ejecutarse operaciones cambiarias en beneficio de grupos privados cercanos al madurismo. DESVIARON los fondos que estaban presupuestados para sostener las operaciones, mantenimiento, inversión, contratación y obras de PDVSA; a la vez, se fue acumulando una deuda inmensa con el sector proveedor de bienes y servicios nacionales e internacionales. Allí comenzó la debacle de PDVSA. 

Nuestros gerentes y trabajadores aguantaron todo lo que pudieron, con los insumos que tenían acumulados en los depósitos para sostener las operaciones; pero, tal como lo advertían sistemáticamente –sobre todo, en el sector de refinación–, las operaciones colapsaron en cuestión de tiempo. 

Malpica, aunque tenía tan altas responsabilidades en PDVSA, NO ASISTÍA A SU TRABAJO. Se aparecía a las 3 de la tarde en la oficina de La Campiña, para “dar una vuelta a PDVSA”; todos los procesos se paralizaron porque él no los revisaba o no los aprobaba. Tenía otras prioridades que, obviamente, no tenían nada que ver con las de sostener la producción petrolera, ni los ingresos del país. 

La Junta Directiva estaba tomada, totalmente por el madurismo; allí estaban: Delcy Rodríguez, Marco Torres, Simón Zerpa, entre otros, quienes, en una mezcla de incapacidad e incomprensión, pero, sobre todo, con intereses subalternos, le dieron la estocada final a nuestra industria petrolera y, con ella, a la economía del país. 

En las redes sociales, y medios de comunicación, comenzaron a salir pruebas, evidencias, copias de documentos, de las empresas que Erick Malpica había registrado o constituido en paraísos fiscales, en particular, en Panamá. El madurismo, tan propenso a las “solidaridades automáticas” con el círculo íntimo de la familia que ocupa Miraflores, hizo un silencio absoluto sobre estas contundentes pruebas; y, tal como después lo denunciara el ex Director del Sebin, General Christopher Figuera, Maduro directamente amenazaba a quien siquiera se atreviera a mencionar o investigar alguno de los hechos irregulares. 

Todo el chavismo, los militares y el gobierno sabían lo que pasaba y lo que pasa, en relación al poder que este y otros personajes del entorno de Miraflores, pero nadie se atreve a decir nada, no vaya a terminar preso acusado de cualquier cosa por Maduro o el Fiscal sicario Tareck William Saab.

En algún momento Malpica salió de PDVSA y desapareció del país, “lo enfriaron”. Una vez sancionado, en 2017, estuvo girando desarrollando distintas operaciones en Rusia, Turquía y Belarús, así como divirtiéndose en la “Ciudad Luz”, de donde en alguna oportunidad fue, literalmente, “rescatado” por Delcy Rodríguez.

Es evidente que Erick Malpica, junto a Álex Saab, son de los operadores más importantes de Nicolás Maduro, y éste HARÁ Y OFRECERÁ LO QUE SEA, desde entregar PDVSA, hasta mantener bloqueado cualquier diálogo político en el país, con tal de ponerlos a salvo, lo cual es, claramente, una manera de ponerse a salvo a sí mismo y a su círculo íntimo. 

Otros personajes del madurismo y del gobierno, se quedarán esperando el resultado de las negociaciones secretas entre el gobierno de maduro y el gobierno norteamericano. Tal parece, que ni Diosdado, ni los militares, son la prioridad del madurismo. Quedaron “colgando”.

Por cierto, resulta irónico que Diosdado, tan propenso a descalificar a los chavistas y acusarlos de “negociar con el Imperialismo”, hoy día esté en ascuas de su propio futuro, sin saber qué están negociando Nicolás Maduro y los hermanos Rodríguez con él mismo. 

¿Qué quieren las transnacionales?

Las transnacionales petroleras quieren, finalmente, hacerse con el control y el manejo de nuestro petróleo. Este recurso seguirá siendo estratégico para la economía mundial y nosotros tenemos las reservas más grandes del planeta.

Ahora bajo el argumento de que necesitan “sustituir el petróleo ruso”, piensan tomar ventaja de la debilidad del gobierno y de las instituciones, además del silencio impuesto en el país, para derogar, ahora de manera formal, la Ley Orgánica de Hidrocarburos y las reservas que hace la Constitución sobre la actividad petrolera, utilizando para ello a la Asamblea Nacional controlada por Jorge Rodríguez.

Esta intención, que cuenta con el apoyo y promoción de algunos intereses económicos y del espectro político, –tanto de la oposición como del gobierno–, no sólo es lesiva a los intereses del país y del pueblo, sino que carece de sentido, porque el mercado internacional de petróleo está bien abastecido y, sobre todo, porque la producción de petróleo en Venezuela alcanza en estos momentos, y a pesar de estar mezclada con el crudo iraní, apenas los 700 mil barriles al día de petróleo. Venezuela ha perdido toda relevancia en el mercado petrolero internacional debido al colapso del 80% de su producción entre 2014-2022. 

El gobierno de Maduro quiere crear la ilusión, como la de “Starbucks” o el fiasco de la “prosperidad” para las élites del madurismo, de que, si entregamos el control del petróleo, las transnacionales podrán aumentar en 800 mil barriles al día adicionales la producción de petróleo “en un abrir y cerrar de ojos”, como si el tema petrolero y sus posibilidades de recuperación, pudiesen desligarse de la tragedia económica que vive nuestro pueblo, la disfuncionalidad del gobierno y el colapso económico del país. Es una promesa engañosa, la que hace el gobierno de Maduro; es una trampa “caza bobos”, para que aceptemos la entrega del petróleo y nuestra soberanía, porque en el PSUV se hace “lo que Maduro diga”.

El pasado sábado 14 de mayo, hicimos un Primer Encuentro del país posible, donde discutimos “De la Plena Soberanía Petrolera a la Debacle del madurismo”, presentación que está disponible en este link o en mi blog www.rafaelramirez.net, allí explico con detalles y cifras respaldadas, cómo, el colapso de la producción de petróleo y de la economía venezolana entre 2014-2022, está estrechamente vinculada a la derogación de la Política de la Plena Soberanía Petrolera vigente en nuestro país, entre 2004-2014, con la violación flagrante y de facto de la Ley Orgánica de Hidrocarburos y la Constitución. 

Como he sostenido en todos mis escritos y opiniones –lo que me ha costado la más enconada persecución de parte del gobierno de Maduro–, la política entreguista y la incapacidad de este gobierno, han destrozado a PDVSA y cedido el petróleo y el gas de todos los venezolanos, a sus socios y grupos de poder, con lo cual, nuestro país ha perdido su soberanía económica, mientras el pueblo sufre la más espantosa pobreza.      

Ahora, Maduro, pretende negociar y entregar la patria, para salvar la cabeza de Erick Malpica y Álex Saab, los héroes del madurismo, para mantenerse en el poder o poniendo a salvo su propia cabeza.

Todos los actores involucrados en esta nueva trama del madurismo, de acuerdos y pactos secretos, tienen sus propios intereses y beneficios políticos y económicos. Ellos juegan su eterno juego y negocian el futuro del país. 

Para nosotros, los venezolanos, los patriotas, la inmensa mayoría, ese 80%, a quien le duele este país y quiere salir de esta tragedia, lo que debe importar y prevalecer, sin duda alguna, y por encima de todo, es el interés supremo de la patria, de nuestro pueblo, del futuro de todos.

Es por esto, por mantener la posibilidad de salir del abismo y de utilizar nuestro petróleo y las inmensas riquezas de nuestra tierra, que debemos luchar, sin miedo y sin tregua, con la urgencia de una acción impostergable, para colocar una opción patriota, revolucionaria, Bolivariana y popular, capaz de salir de este gobierno e impedir que sigan negociando la entrega de nuestra Patria. 

Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.

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