Ascenso y derrumbe del comunismo

Ascenso y derrumbe del comunismo (y II)

***El autor destaca que a la llegada al poder de Gorbachov, se inició un proceso de cambios radicales que, a pesar de sus bondades, condujeron a la desaparición del comunismo soviético en Europa y en la URSS.

Por Carlos Canache Mata

Para el año 1985, la economía de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) se caracterizaba por el retraso tecnológico, la baja competitividad, el despilfarro, la presencia de una economía sumergida ilegal y la corrupción, que habían originado una disminución de la producción y paralizado los índices de crecimiento. El 15% del Producto Interno Bruto soviético estaba comprometido en el mantenimiento de un ejército de 4 millones de hombres, de los cuales 600.000 estaban fuera del territorio nacional; en la carrera armamentista; en la ayuda económica y militar a Vietnam y Cuba; y en la ocupación de las tropas soviéticas en Afganistán, que existía desde 1979. Compárese con el 6% del Producto Interno Bruto que Norteamérica invirtió en equipo militar y gastos de defensa durante el período de política armamentista de la Administración Reagan en la década de los ochenta. Manuel Castells, sociólogo español, ex-catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Sorbona de París, señala: “…La prioridad absoluta dada al establecimiento de un poder mundial como objetivo central del sistema comunista condujo, lógicamente, a la concentración de los recursos económicos generados en la construcción de un complejo militar industrial que se convirtió en el centro de la economía y la sociedad soviética” (1). Y más adelante, añade: “…Los análisis del gran economista soviético Abel Aganbegyan, el primer consejero económico de Gorbachov, muestran que desde 1971 a 1985 la economía soviética entró en un período de estancamiento, que a partir de 1984 se convirtió en crecimiento negativo” (2). Es lo que algunos han llamado el “proceso de autodestrucción del comunismo”. 

Ese era el coste que la URSS tenía que pagar por su condición –todavía- de superpotencia, y, aún así, no estaba en capacidad de aceptar el desafío que representaba el proyecto de los Estados Unidos de la llamada “guerra de las galaxias”. Se había caído la profecía que había hecho Nikita Kruschev en la década de 1960, según la cual “en diez años habremos superado a Estados Unidos”. Por el contrario, durante la época de la gerontocracia de Brezhnev y sus sucesores, la diferencia entre ambas superpotencias aumentó a causa de la inercia y del inmovilismo impuestos a la sociedad soviética. 

Tal fue la situación que encontró Mijail Gorbachov cuando a la muerte de  Constantin Chernenko, en marzo de 1985, lo sucede, al ser elegido Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Con Gorbachov, el país inició un proceso de cambios radicales que, a pesar de sus bondades, no atajaron sino que condujeron a la desaparición del comunismo soviético en Europa y en la URSS. Propuso y empezó a ejecutar una reforma, cuyas tres palabras claves eran, perestroika (voz rusa que significa reestructuración), glasnost (voz rusa que significa transparencia informativa), y democratisatsia (voz rusa que significa democratización). 

La perestroika. Según Gorbachov, “la esencia de la perestroika radica en el hecho de que une el socialismo con la democracia”. Dejemos que sea él mismo quien describa la perestroika en el terreno económico: “Yo diría que el concepto de reforma económica, tal y como se presentó a la asamblea plenaria de junio, es de naturaleza global y exhaustiva, puesto que prevé cambios tan fundamentales en todos los sectores como puedan ser el paso de las empresas a una plena contabilidad de costos, la transformación radical de la dirección centralizada de la economía, modificaciones básicas de la planificación, una reforma del sistema de fijación de precios y del mecanismo financiero y crediticio y, finalmente, una reestructuración de las relaciones económicas extranjeras. Asimismo, prevé también la creación de nuevas estructuras organizativas en la Administración, el desarrollo en profundidad de los fundamentos democráticos de la dirección y la introducción generalizada de los principios de autogestión… Hoy disponemos de grandes granjas colectivas y sovjozes en muchas zonas agrícolas, donde se han organizado amplios equipos de trabajo, secciones y complejos. Están un tanto divorciados de la tierra y esto afecta a los resultados finales. Hoy debemos asegurar una conexión más sólida y directa con los intereses individuales a través de contratos colectivos, familiares y de arriendo o alquiler, dentro de la estructura de estas granjas colectivas y estatales. Entonces combinaremos las ventajas de una gran economía colectiva con los intereses individuales, que es, exactamente, lo que necesitamos. Si procedemos así, podemos realizar unos avances impresionantes en la resolución del problema alimentario, dentro de dos o tres años” (3). Además de promover la autogestión en las empresas del Estado, la perestroika autorizó las cooperativas y las actividades privadas en el artesanado, el comercio y la agricultura.  

En cuanto a la política social contemplada en la perestroika, se desecha “el antiguo hábito de enfocar tales cuestiones según el llamado principio de lo residual, según el cual solo lo que queda después de satisfacer las necesidades de la producción va destinado a finalidades sociales”. Otra conceptuación importante es la siguiente: “Alentamos la eficiencia en la producción y el talento de un escritor, de un científico o de cualquier otro ciudadano probo y trabajador. En este punto queremos expresarnos con la mayor claridad: el socialismo nada tiene que ver con el igualitarismo. El socialismo no puede asegurar condiciones de vida y de consumo de acuerdo con el principio de “De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”. Esto será bajo el comunismo. El socialismo tiene un criterio diferente para la distribución de los beneficios sociales: de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo” (4). 

La glasnost. La transparencia informativa o glasnost permite que “el pueblo debe saber qué anda bien y qué anda mal”, a fin de que “pueda expresar sin temor sus opiniones sobre cualquier aspecto de la vida social y el trabajo del gobierno”. Los medios de comunicación “no son el único canal que existe para expresar la voluntad popular y para reflejar las opiniones y estados de ánimo de la gente, pero puede decirse que constituyen la tribuna más generalizada y representativa de la glasnost”. Hay que subrayar que “la política de extender la glasnost y profundizar en la crítica y la autocrítica es una cuestión de principio, no un intento de jugar a la democracia”, sino que “es una forma de acumular las diversas ideas y opiniones que reflejan los intereses de todos los estratos, de todas las profesiones y oficios de la sociedad soviética”. Todos los entrecomillados son citas textuales tomadas del libro PERESTROIKA, de Gorbachov. 

La democratización (democratisatsia). Se inició un proceso de democratización en el área institucional que permitió, entre otras medidas, la aprobación de una ley electoral, la rehabilitación de las víctimas del estalinismo, la redefinición del carácter del Soviet Supremo y el establecimiento, en marzo de 1990, de un régimen presidencialista. Surgió un incipiente pluralismo político, el 26 de marzo de 1989 se realizaron las primeras elecciones relativamente libres desde 1917 y entraron al parlamento diputados reformistas muy críticos respecto al Partido Comunista. 

EL FIN DE LA URSS 

La apertura informativa de la glasnost facilitó la desmitificación del sistema y la opinión pública se escindió entre la oposición conservadora y los que reclamaban reformas más radicales. Gorbachov, que  había  sido  elegido  presidente  de la URSS, resultó  debilitado por  la tentativa  del golpe  de Estado de los conservadores en agosto de 1991, que fracasó gracias a la resistencia dirigida por Boris Yeltsin. En ese mismo mes, algunas de las Repúblicas, entre ellas las tres bálticas, Lituania, Letonia y Estonia, declararon su independencia  y fueron reconocidas internacionalmente, en tanto que el resto apoyó la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), ratificada por los Acuerdos de Minsk y Alma-Ata de diciembre de 1991. Georgia, donde había una guerra civil de carácter étnico, se abstuvo de la integración hasta 1993, y tampoco se unieron a ella las repúblicas balcánicas. 

La formación de la CEI y la dimisión de Mijail Gorbachov marcaron el fin de la URSS. Y el derrumbe del comunismo en Europa. Quedan, al menos nominalmente, como países comunistas, China, Corea del Norte y Cuba. No incluyo la dictadura del chavo-madurismo porque, como he escrito otras veces, sus protagonistas carecen de preocupaciones ideológicas y son unos simples asaltantes que usurpan el poder en nuestro país. 

Notas 

1-Manuel Castells. “La Nueva Revolución Rusa”. 1992. Página 33. 

2-Manuel Castells. Obra citada. Página 34. 

3-Mijail Gorbachov. “Perestroika. Mi Mensaje a Rusia y el Mundo Entero”. 1ª edición. 1987. Páginas 77-78; 89. 

4-Mijail Gorbachov. Obra citada. Página 92. 

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