***En materia internacional, el más favorecido con el triunfo de Gustavo Petro es el régimen de Maduro, no solo en lo político, sino también en lo económico comercial. Y deja en un hilo la relación del más cercano aliado de EE.UU. en la región.
Por Alfredo Michelena
Independientemente del efecto en Colombia que tendrá el triunfo de Gustavo Petro, se producirán alteraciones en el ámbito internacional que no pasarán sin ser notados, no sólo en Venezuela, sino en la región y más allá.
Petro se viene a sumar a ese conjunto de líderes vinculados con la izquierda latinoamericana que han vuelto a acceder al poder en una especie de segunda “marea rosada”, como la que sucedió a principios del siglo y que muchos creían enterrada. Pero no, el Castro-chavismo transmutado en Socialismo del Siglo XXI y ahora en populismo antidemocrático está ganado terreno. E independiente del planteamiento de reformas prometidas, algunas muy necesarias en cada uno de esos países, se está produciendo un importante cambio en el contexto internacional regional y continental.
Aventuremos algunos de los cambios que se darán en este ámbito.
El más evidente, pues fue anunciado, es el restablecimiento de relaciones plenas con el régimen de Maduro. Muy probablemente, luego de su entronamiento en el poder Petro y Maduro restablecerán estas relaciones, asunto del cual ya vienen hablando.
Pero lo más relevante de la apertura de relaciones es que el régimen ya no podrá hablar más de cerco comercial. Ahora, con un vecino, que llegó a ser el segundo socio comercial de Venezuela, la disposición de bienes será una excelente alternativa para Venezuela. Eso también será un alivio para Colombia, siempre que no se produzcan los pillajes que se hicieron en el pasado desde CADIVI.
Otro asunto que parece estar en agenda internacional, como lo sugirió el Canciller mexicano, son cambios en la OEA. Allí pueden empeñarse en dos estrategias, por una parte, volver a tratar de reformar la organización continental en otro intento de pasar por encima la Carta Democrática Interamericana; por otro lado, podrían tratar de desbancar a la representación del gobierno provisional y promover una candidatura a la Secretaría General complaciente, muy diferente a la de Almagro.
Por su parte, para los EE.UU., que había avanzado una relación muy estrecha con Colombia, con los famosos Plan Colombia y Patriota, que han permitido un gran esfuerzo de apoyo del norte para enfrentar al narcotráfico y la guerrilla, el triunfo de Petro significará al menos una reevaluación de ellos. En especial, si Petro se empeña en cambiar la política que desde Uribe se ha venido implementando de combate frontal y negociaciones. Ya ha dicho que se opone a la política de extradiciones y a la erradicación de los cultivos de coca. Para no hablar de las relaciones de Petro con las FARC y el ELN, y su plan de negociar con esta última.
Financiar la relación privilegiada con Colombia -que ha consumido US$1.300 millones- será cada vez más difícil pues, por diversas razones, los demócratas y los republicanos estadounidenses no estarán dispuestos a apoyar estos gastos.
En materia comercial, Colombia tiene un Tratado de Libre Comercio con EE.UU., pero ese no debería ser un problema, Nicaragua lo tiene -como parte del tratado de los Centroamericanos. Sin embargo, el futuro presidente ha señalado que ese tratado es culpable de la pobreza en el país y habría que esperar cambios. En todo caso, todo va a depender si cumple con aquello de que “hay que desarrollar el capitalismo” y evite el “exprópiese” de su camarada Chávez, asuntos importantes para ganarse a la emprendedora clase empresarial colombiana.
La correlación de fuerzas en el ámbito internacional, que ya venía cambiando, en especial en Sur América, con este triunfo y la casi segura victoria de Lula da Silva en Brasil, teñirá este subcontinente de rojo o rosado, según como se vea. Lo que hará más difícil la vuelta a la democracia, esa que se postuló en la Carta Democrática.
Frente a esta nueva Latinoamérica, es posible esperar un cambio de posición de los EE.UU. con un acercamiento pragmático hacia esta región que le es cada vez más distante, por no decir hostil, y está plagada de gobiernos cercanos al Foro de Såo Paulo. Esto en el contexto de la penetración de China, Rusia y afines no pinta bien para la potencia continental. Ya se comienzan a ver cambios en la política norteña hacia Cuba, así como hacia Venezuela, como se atisbó con la marginalización del gobierno interino de Guaidó en la Cumbre de las Américas. Esperemos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
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