*** Las decisiones tomadas en el G7 son de carácter estratégico con efectos concretos y dimensión histórica, considera el autor.
Por Rafael Poleo
Insisto en que metan la lupa en el tremendo batazo de Biden este domingo en el G7. Es un cambio estratégico de efectos concretos y dimensión histórica. Lo demás es farándula.
Lo que se ha firmado es una nueva estructura global para defender la democracia y luchar eficazmente contra la pobreza. Es la más importante noticia habida en muchos años. Putin hubiera gozado si Biden se dedica exclusivamente a atender su provocación ucraniana en vez de bordar la solución radical, que es unir a las democracias para recuperar el terreno perdido por gobiernos amateurs como el de Obama o impreparados como el de Trump.
Biden consolidó a las potencias democráticas (G7) en torno a dos objetivos. El primero es el respaldo total e inmodificable a Ucrania frente a la invasión rusa. El segundo es la inversión de 600 mil millones de dólares para luchar contra la pobreza en el mundo y así contrarrestar la influencia china. Además, se aprobaron sanciones paralizantes al oro ruso y una estrategia para dejar de depender del petróleo que Putin maneja a su antojo. Gran estadista.
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