***La entrega de armamento de mayor alcance a Ucrania y una nueva forma de golpear las exportaciones petroleras rusas estuvo en la agenda de la cumbre del G-7 que se celebra en Alemania.
La segunda jornada de la cumbre del G-7, que se celebra actualmente en Alemania, ha mostrado consenso alrededor de dos propuestas con el fin de endurecer aún más las sanciones contra Rusia.
Por un lado está la idea de cambiar el modo para golpear las exportaciones de combustibles fósiles rusos -con un tope de precios más que con veto de compra- y por el otro, la decisión de entregar a Kyiv armamento de cada vez mayor alcance, con el anuncio de Estados Unidos de que suministrará avanzados sistemas de defensa aérea de medio-largo alcance.
Tras la exitosa defensa ucrania de las primeras semanas, Rusia ahora gana constantemente terreno en el este. Mientras, Occidente comprueba cómo la guerra y las sanciones disparan los precios de la energía, lo que a su vez afecta a los consumidores y ayuda a Moscú a sobreponerse con grandes ingresos. Ese es el contexto que induce a las potencias del G-7 a reforzar y a la vez afinar su acción para apoyar a Ucrania y frenar a Rusia.
Los siete se reunieron por videoconferencia con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Fuentes de las delegaciones occidentales apuntaron que Zelenski pidió ayuda para acabar el conflicto bélico antes de que termine el año, especialmente concernido por el enquistamiento de una guerra de desgaste que se prolongue a lo largo del invierno. El mandatario ucranio pidió sistemas avanzados de defensa antiaérea, que son los que Washington tiene previsto suministrar, según confirmó el asesor de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, sin precisar el modelo.
Es este un nuevo e importante paso en la dirección de dar armamento más potente a Ucrania, después de meses de contención y entregas copiosas, pero de limitado potencial ―sustancialmente cohetes antitanque o antiaéreos de corto alcance. Alemania también anunció el envío de sistemas de defensa antiaérea, los IRIS-T, en su caso de medio alcance.
Los líderes del G-7 quisieron dejar clara su determinación en el apoyo a Ucrania con un comunicado que plasmó la voluntad de sostener a Kyiv “durante el tiempo que sea necesario” y de incrementar la presión sobre Rusia reduciendo sus ingresos por varias vías -por ejemplo, procedentes de la venta de oro-, y con nuevas restricciones que golpeen sectores industriales estratégicos.
En materia de sanciones energéticas, la constatación de la escasa eficacia de los vetos al crudo ruso puestos en marcha hasta ahora es probablemente el elemento más central de la cumbre. Los siete coinciden en la idea de intentar diseñar un mecanismo que ponga un tope a los precios. En los primeros 100 días desde la invasión, Rusia ha cobrado 93.000 millones de euros por ventas energéticas, según datos del instituto CREA. En el mes de mayo, solo las exportaciones de crudo sumaron unos 19.000 millones, unos 1.600 más que en el anterior. Mientras, los precios de la energía disparan la inflación en gran parte del mundo.
Pero la cuestión es muy compleja, y las características y el perímetro de aplicación del mecanismo siguen siendo objeto de debate. Dada la complejidad, es una tarea que necesitará tiempo, pero fuentes de distintas delegaciones manifiestan la voluntad de seguir ese camino.
La idea base es un tope para el crudo ruso, intentando generalizar su aplicación bien por adhesión voluntaria de otros países o por presión, obligando a quienes quieran recurrir a servicios financieros, de transporte o de aseguradoras occidentales a respetar el límite máximo de precio. Pero la delegación francesa empuja para estudiar un límite global, que no solo afecte a Rusia. París también quiso hacer un llamamiento a recuperar para el mercado petrolero a Venezuela e Irán, ahora limitados por las sanciones. El Gobierno italiano, por su parte, presiona para crear un mecanismo similar en el mercado del gas.