*** Las gestiones en Caracas del embajador americano tienen varias vertientes: diplomáticas, petroleras y políticas.
Por Francisco Poleo
El embajador de Estados en Venezuela, James Story, se encuentra de visita en Caracas desde el lunes. De visita porque, desde que Miraflores y la Casa Blanca rompieron relaciones, los asuntos diplomáticos venezolanos de Washington se llevan desde Bogotá.
La agenda de Story en la capital venezolana ha sido intensa. Nada más llegar fue recibido por Jorge Rodríguez, el presidente de la Asamblea Nacional electa en 2020 y uno de los principales consejeros de Nicolás Maduro, quien informó directamente sobre dicho encuentro.
Luego, el diplomático estadounidense se encontró con Juan Guaidó, a quien su país reconoce como presidente legítimo de Venezuela.
A Story lo acompaña Roger Carstens, el encargado de Washington para asuntos de rehenes, y funcionarios de la OFAC (Departamento del Tesoro). Recordemos que Miraflores tiene bajo su custodia a varios estadounidenses. Entre ellos, al ex marine Matthew Heath, un ciudadano americano a quien el régimen madurista acusa tanto de terrorismo como de tráfico de armas y quien trató de suicidarse hace pocas semanas.
Como era de esperarse, Story también se reunió con Gerardo Blyde, el opositor al frente de la negociación con el gobierno de facto para lograr una salida a la eterna crisis venezolana.
Qué busca Story
En buena parte gracias a la invasión de Ucrania, los precios de la gasolina no paran de subir en Estados Unidos, con el consecuente impacto en la inflación…y en las elecciones. Con Rusia declarado paria internacional, la Casa Blanca necesita un desenlace inminente que no castigue políticamente a la ya golpeada administración de Biden, cuyos números internos no son nada halagadores. Con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos con su producción petrolera casi a tope, Washington ha vuelto su mirada hacia Venezuela y sus yacimientos, en donde reposan las mayores reservas del mundo. Ahí, casi al lado de los puertos estadounidenses, en comparación con los árabes que están al otro costado del mundo.
Pero no será fácil reactivar a la industria petrolera. Aparte del subsuelo en el que veinte años de chavismo tienen a la otrora poderosa PDVSA, se deben sortear los vericuetos políticos de las sanciones y las consecuencias electorales en Estados Unidos si las mismas se levantan. Es un tema que afecta no sólo al voto venezolano sino también al cubano, nicaragüense y colombiano.
Entonces, Washington tiene que ofrecer algo a cambio como resultado de la normalización, y no cualquier cosa: elecciones libres y justas en el 2024. Ya se han puesto manos a la obra. De hecho, aunque todavía no haya habido nueva sentada en México, podemos decir que la negociación ya empezó. De este viaje, Story puede irse con alguna liberación de presos políticos estadounidenses, pero también con la posibilidad de abrir en un futuro cercano una oficina americana de asuntos consulares en Caracas.
Sobre la mesa también hay otros asuntos: una licencia total para Chevron que le permita operar a plenitud en Venezuela y la devolución a sus legítimas autoridades de las tarjetas de los partidos políticos cuyas siglas fueron entregadas por el brazo judicial del régimen madurista a políticos que no importunan a Miraflores.
El periodista Vladimir Villegas dijo que está planteado un trueque Chevron-tarjetas. Sin embargo, fuentes que participan en las negociaciones, que conversaron con Zeta bajo la condición de anonimato para poder informar, aseguran que “la devolución está planteada pero no a cambio de la licencia de Chevron. Él régimen está convencido de que hizo un negocio inútil con personajes que no le sumaron nada el régimen ni le restaron nada a la oposición. Ahora el régimen anda en trance de entenderse con los jefes verdaderos de esos partidos. La muestra más clara es que el régimen se sienta en las negociaciones precisamente con las directivas anteriores a la judicialización”.
Así las cosas, el delirio de Putin ha terminado acelerando el desenlace de la crisis en Venezuela.