*** La inflación cae en agosto al 10,4%, pero por tercer mes consecutivo se encuentra en dos dígitos.
Por Casimiro Buenosvinos
El Instituto Nacional de Estadística (INE) de España anunció este martes que los precios subieron en agosto un 10,4%, cuatro décimas por debajo de la estadística de julio. Las tasas acumulan así 17 meses por encima del objetivo del 2% que el Banco Central Europeo tiene fijado para los países de la moneda única.
Según el INE, el descenso se debe, principalmente, “a la bajada de los precios de carburantes, que subieron en agosto de 2021″. En sentido contrario, cita el aumento de los precios en electricidad, alimentos, restauración y paquetes turísticos, estos dos últimos especialmente demandados en temporada de verano. La inflación subyacente -muy seguida por los expertos debido a que no incluye energía y alimentos frescos, los elementos más volátiles, lo cual da pistas sobre su persistencia- aumentó en tres décimas, hasta el 6,4%.
Voceros oficiales dijeron que “La desaceleración de la inflación coincide con la puesta en marcha de los paquetes de medidas del Gobierno, lo que demuestra su eficacia”. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, espera que las caídas se conviertan en tendencia. “La inflación ha empezado a moderarse, en principio seguirá en esa senda de descenso en los próximos meses”, dijo en una entrevista en TVE.
Coincide Miguel Cardoso, economista jefe de BBVA Research. “Esperamos que en septiembre y octubre la inflación continúe bajando, parece que hemos encontrado un pico”, sostiene, aunque espera que los precios sigan subiendo en torno al 7-8%. hasta final de año. Para Cardoso, no se puede cantar victoria. “Lo preocupante de hoy es la subida de la subyacente. El hecho de que no se vea un punto de inflexión apunta probablemente a que estamos viendo una contribución bastante fuerte de los servicios, especialmente los que tienen estacionalidad en verano, así como traspasos en sectores que no habían trasladado el incremento de costes a los precios”.
Durante mucho tiempo, la escalada de los precios fue resultado de encarecimientos en múltiples flancos: el petróleo apretaba, lo que acabó trasladándose a los combustibles, y en paralelo, bajo la incertidumbre de la guerra en Ucrania, subieron materias primas agrícolas como el trigo, o imprescindibles para la construcción y la industria, caso del cobre, el aluminio, el acero y el hierro. Eso ya es historia pues todos bajaron lo cual han podido notar, por ejemplo, los conductores al acudir al surtidor, donde la gasolina lleva nueve semanas consecutivas abaratándose. También se han relajado las antaño tensionadas cadenas de suministro y los precios de los fletes marítimos, todavía altos históricamente.
Queda, sin embargo, una enorme piedra en el zapato llamada energía eléctrica. Los recientes cortes en el suministro de gas ruso ha disparado el precio en los mercados internacionales de esta fuente de generación eléctrica clave, empujando así las tarifas de la luz a nuevos récords en toda Europa. A ello ha contribuido también la menor producción hidroeléctrica por la sequía y la caída de la eólica en verano, su estación más floja.
El tope al gas, vigente en la Península desde mediados de junio, ha suavizado el golpe, pero España no se ha librado: la pasada fue la semana con la energía más cara de la historia, con 376,94 euros el megavatio hora de media, y no hay visos de que la tendencia esté cambiando. Este martes, la luz ha alcanzado el tercer precio más alto nunca visto, y agosto cerrará como el mes con la electricidad más cara desde que hay registros. Calviño reconoce el problema, pero recurre a comparaciones. “Está claro que el alza de los precios de la energía está siendo exponencial en los mercados internacionales, el gas está disparado, pero gracias al tope al gas y al mecanismo ibérico, el precio en España está un tercio por debajo de los países de nuestro entorno”.