*** Diosdado Cabello es el gran saboteador de la estrategia de pan y circo promovida por el régimen de Nicolás Maduro, considera el autor.
Por Francisco Poleo
Diosdado es el gran saboteador. Mientras Maduro avanza en su neoliberalización, que pasa por promover el pan y el circo, el vicepresidente de su partido semanalmente le sabotea la iniciativa desde su show televisivo.
La parte del pan corresponde a lo que el profesor Guillermo Tell Aveledo ha bautizado como la Pax Bodegónica. A grandes rasgos, levantamiento de aranceles y libertad cambiaria para que los anaqueles de los supermercados estén llenos. Que la adquisición de esos productos sea inalcanzable para la mayoría del país es otra cosa, pero comida hay. Lo que no habrá más son esos videos de anaqueles pelados que le daban la vuelta al mundo.
Además, bodegones y restaurantes aparecen mágicamente en cada esquina.
Ahora, el circo. De la noche a la mañana, los venezolanos tienen de vuelta en el país a artistas de renombre internacional. Diosdado no se mete con el pan, pero con el espectáculo sí. Desde su show semanal en VTV, que cuenta con buena pegada en la militancia del PSUV, juega a los dardos con los conciertos. Su última víctima fue Olga Tañón. ¿Por qué este encono?
Las razones políticas de esta estrategia de Cabello corresponden a su enroque como jefe de lo más radical del PSUV. Al conde de El Furrial, niño mimado de los empresarios venezolanos en los albores de la involución chavista, no le ha quedado otra que radicalizarse para mantener su peso. Sin esa baza, Maduro se lo habría devorado como a otros gigantes del chavismo, Rafael Ramírez entre los devorados.
Este Diosdado radicalizado nace después de la muerte de Chávez. Esta condición de talibán le permite seguir como el número dos del régimen, controlando a la base del PSUV y asegurándose que no lo van a entregar como el cabeza de turco a la hora de la negociación de verdad. Porque a alguien van a tener que entregar.
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