Además el ejército se llevó el monumento que se hizo a Potemkin así como numerosas piezas, saqueando además no sólo la catedral sino también varios edificios de la ciudad llevándose cuadros, joyas y estatuas.
Por José Piñeiro
El Ejército ruso se llevó de la catedral de Jersón los restos del comandante y héroe militar del siglo XVIII Grigory Potemkin, de quien el dictador Vladímir Putin es un gran admirador por conquistar Ucrania, anexionar Crimea y fundar las ciudades de Odesa y Jersón. El saqueo de la tumba de Potemkin es parte de los esfuerzos de Rusia por borrar la identidad ucraniana.
Su cráneo y sus huesos fueron sacados de la tumba, así como varias reliquias que estaban en el interior del ataúd. Varios soldados entraron a la cripta bajo la lápida de mármol blanco y abrieron la trampilla descendiendo por un estrecho pasadizo. Allí estaba el ataúd de madera marcado con una sencilla cruz.
Según las tropas rusas, se llevaron los restos para «protegerlo» de los soldados ucranianos. «Transportamos al mismísimo Potemkin», indicó el jefe prorruso de Jersón, Vladímir Saldo, al Daily Mail.
Saldo admitió, además, que los rusos se llevaron el monumento que se hizo a Potemkin así como numerosas piezas, y que han saqueado no sólo la catedral, también varios edificios de la ciudad llevándose cuadros, joyas y estatuas. «Todas las reliquias volverán a su lugar porque nuestra causa es justa», dijo Saldo, considerado por Ucrania un traidor ya que, como concejal de Jersón antes de la guerra, apoyó a Rusia desde el inicio de la guerra facilitándoles la invasión.
Potemkin era un comandante, estadista y ruso del siglo XVIII que quiso construir una Nueva Rusia para su amante, Catalina la Grande, y anexó Crimea en 1783. También fundó las ciudades de Odesa y Jersón, lo que es hoy el sur de Ucrania y que Rusia quiere arrebatarles.
Cuando Putin invadió Ucrania el 24 de febrero su objetivo era restaurar parte de un imperio perdido hace ya tiempo, invocando así la visión de Potemkin. Entre sus logros, y emulando al comandante militar en 1783, Putin anexionó la península de Crimea en 2014.
Lo ocurrido en la Catedral de Santa Catalina de Jersón es algo que Rusia ha hecho de forma sistemática en Ucrania desde el inicio de la guerra. Con la intención de borrar la identidad de los ucranianos, las tropas rusas han destruido decenas de iglesias y monumentos nacionales a la par que han robado oro, joyas, cuadros y todo tipo de antigüedades.
Según el popular historiador Simon Sebag Montefiore, autor de un ensayo publicado en 2001 sobre la exhuberante relación entre Catalina la Grande y Potemkin, es la novena vez que los restos mortales del militar son movidos. Tras la muerte de la reina en 1796, su hijo y sucesor, Pablo I, que odiaba al militar, mandó enterrarlo en una tumba anónima. Incluso algunas fuentes relatan que ordenó a oficiales locales que aplastasen el cráneo, que había sido marcado con un revelador agujero triangular.
Una búsqueda en la cripta de la catedral de Jersón en 1818 redescubrió los huesos del príncipe. En 1859 y 1873 su tumba se reabrió para cerciorarse de que se trataba del famoso estadista. Durante la Revolución rusa, los bolchequeviques saquearon el templo y se fotografiaron con los restos de Potemkin. Tras ser expuestos como una suerte de trofeo durante varios años, los huesos volvieron a ser inhumados en la cripta en la década de 1930. En los 80, investigadores soviéticos volvieron a interrumpir su descanso para reconfirmar su identidad.