Rusia bombardea Kyiv

Mientras Zelensky hablaba de paz en la G20 Putin lanzó otra ola de ataques sobre Kyiv y otras ciudades

El presidente ucraniano salió al paso de los ataques explicando que Rusia «no conseguirá lo que quiere» con los nuevos bombardeos. «Vamos a sobrevivir a todo», dijo enfáticamente.

Por José Piñeiro

La guerra en Ucrania se intensificó este martes luego que Rusia lanzara otra ola de ataques sobre varias ciudades ucranianas, entre ellas Kyiv luego de la retirada de tropas del Kremlin de Jersón y solo horas después de que Zelenski dijera que está «preparado para la paz».

El ataque se produce cuando la cumbre del G20 busca refrendar su apoyo a Ucrania y su consenso frente a la guerra. Además, las potencias avisan de que hay que evitar por todos los medios un conflicto de naturaleza nuclear.

Tras el lanzamiento de los misiles sobre distintos puntos de Ucrania y en la capital se activaron las alarmas antiaéreas, tal como confirmó su alcalde, Vitaly Klitschko. Ucrania cifra en más de cien los proyectiles disparados y confirma al menos un muerto precisamente en la capital. Además, el suministro energético volvió a quedar muy castigado.

 El tumbar las infraestructuras críticas sigue siendo uno de los objetivos principales de Moscú cuando estamos a la puerta del invierno. Este movimiento se da en un contexto en el que las voces que apelan al diálogo se escuchan cada vez más, aunque no son todavía muy notorias.

De hecho, esa puerta da la sensación de que vuelve a cerrarse del todo y Volodimir Zelenski salió al paso de los ataques explicando que Rusia «no conseguirá lo que quiere» con los nuevos bombardeos. «Vamos a sobrevivir a todo», alentó. Asimismo, pidió a la población permanecer en los refugios mientras dure la amenaza. De tal crudeza vuelve a ser la situación que los estragos de la oleada se notaron incluso en la vecina Moldavia, donde hubo problemas con el suministro eléctrico durante varias horas.

Los bombardeos afectaron además las regiones de Chernígov, Cherkasy y Poltava, así como en Leópolis o Járkov. Esta última ciudad es de suma importancia porque fue testigo de la primera gran retirada rusa durante la contraofensiva de las tropas de Kiev. Más recientemente se añadió el repliegue en Jersón, anexionada ilegalmente por el Kremlin hace poco más de un mes. Ahí, de hecho, sigue habiendo movimientos tal y como confirmó el presidente ucraniano.

El Gobierno ucraniano comunicó que siguen las tropas rusas retirándose hacia el este del río Dniéper en las inmediaciones de la ciudad homónima. La portavoz del Ejército ucraniano, Natalia Humeniuk, ha señalado que «la logística del enemigo en la orilla oriental del río se encuentra bajo fuego de las Fuerzas Armadas de Ucrania, por lo que las fuerzas de ocupación están retirándose aún más», según la agencia de noticias Ukrinform. Pese a ello, Rusia insiste en que la zona es «parte» de su territorio y que ese estatus no se puede cambiar.

La retirada, de la que Kiev sigue sin fiarse del todo, estuvo planificada de una forma particular. Según la CNN, Rusia esperó a las elecciones de medio mandato en Estados Unidos para autorizar el retroceso de sus tropas. Altos cargos de la Administración rusa discutieron supuestamente los efectos que tendría en la potencia rival la simbólica pérdida de Jersón, la única capital de provincia que habían capturado las fuerzas leales a Moscú desde el inicio de la invasión hace ya casi nueve meses. El propio Biden calificó de «interesante» que Rusia hubiese esperado hasta después del paso por las urnas para confirmar algo que se sabía «desde hace tiempo».

La sombra de un posible alto el fuego en Navidad es todavía muy pequeña, un rumor más que algo tangible. «¿Alguien se cree en serio que el Kremlin quiere la paz? Quiere obediencia. Pero, al final, los terroristas siempre pierden», avisa Kyiv a los líderes internacionales. Y es que la cumbre del G20 avanza sobre un mensaje: «La actual no puede ser una era de guerra». Así esperan recogerlo los mandatarios en el documento de conclusiones. En paralelo, hacen también un llamamiento a China para que medie y use su influencia con Putin para frenar el conflicto. Así se lo hizo saber el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al presidente del gigante asiático en su reunión bilateral en Indonesia.