Por Francisco Poleo
Maletas hechas. El PSUV y la Plataforma Unitaria retoman la negociación en México este fin de semana, confirma Gustavo Petro. El presidente venezolano se ha involucrado en las últimas semanas en el proceso, al igual que el francés Emmanuel Macron.
Galo y neogranadino ejercen de suerte de garantes para ambas partes.
La reanudación de la negociación fue adelantada por El Nuevo País. El viaje a México se retrasó un par de semanas. En principio, las conversaciones estaban previstas para el 04 y 05 de noviembre. Bueno, las conversaciones formales, porque las informales se han intensificado este mes. Cada bloque quería estar seguro de que no perdería el tiempo sentándose nuevamente. En ese sentido, fue decisiva la intervención de Francia, quien hasta montó una mesa preliminar en París durante el Foro por la Paz, pero también la de Colombia, con quien ahora el madurismo se siente en confianza.
La Argentina de Alberto Fernández también ha jugado un rol importante en lograr que los dos lados antagonizados se encuentren otra vez, coronando meses de trabajo diplomático. El presidente argentino también estuvo en la foto en París con Macron, Petro, Jorge Rodríguez y Gerardo Blyde.
El jefe negociador del madurismo dejó claro que, para ellos, lo determinante es el fin de las sanciones, rubro en el cual Estados Unidos lleva la voz cantante. Para conseguir su objetivo, el PSUV cuenta con un aliado inesperado: la petrolera Chevron. A la transnacional estadounidense no sólo se le vence a finales de noviembre la licencia especial para mantener la plaza en Venezuela, sino que además quiere conseguir permiso de la Casa Blanca para ejecutar el plan de explotación petrolera que ya tiene cuadrado con Miraflores. Recordemos que los norteamericanos le dieron hace poco luz verde a Chevron para mantener conversaciones con funcionarios del régimen de Maduro.
¿Cuáles son las posibilidades de Jorge Rodríguez de traerse de México un ablandamiento de las sanciones? El primer paso -léase, primero, no único- que exige la Plataforma Unitaria, respaldada por la Casa Blanca, son las condiciones para una elección presidencial libre y justa en 2024, para lo cual ya vamos tarde.
Después de eso, sobre la marcha, se le entrará al meollo del asunto: la impunidad que exige el madurismo para regularizar la vida política en Venezuela. Llámelo si quiere justicia transicional, amnistía o cualquier otro término más dulce, pero al final del día lo que quiere la revolución bolivariana es que la dejen coronar de jure lo que ya coronó de facto: su integración total en una sociedad venezolana que cambiaron totalmente.
Blyde ya fue claro al respecto: no puede haber impunidad para violadores de Derechos Humanos. Ahí estará el nudo gordiano. Entre tanto, se anunciarán acuerdos económicos y sociales para aliviar la crisis humanitaria completa que sufre el país. Pero la Casa Blanca se lo ha dicho de frente al PSUV en las conversaciones previas: al grano, a lo político, que es el origen de todos los males.