Los protocolos tras su muerte no serán como los de sus predecesores por la falta de unas normas sobre el fallecimiento de un emérito.
Por José Piñeiro
La muerte del papa emérito Benedicto XVI es un hecho insólito en más de 600 años pues es el primer pontífice desde 1294 que no muere en el cargo debido a su histórica renuncia en 2013.
Los protocolos tras su muerte no serán como los de sus predecesores por la falta de unas normas sobre cómo organizar los actos tras el fallecimiento de un emérito al no existir un estatuto sobre esta figura.
Los restos de Joseph Ratzinger reposan ya en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, ataviado con la casulla roja pontificia pero sin palio, en sus primeras imágenes difundidas este domingo por la Santa Sede.
Ratzinger, papa entre 2005 y 2013, cuando renunció voluntariamente a su ministerio, es velado privadamente en ese monasterio a la espera de que el lunes se abra su capilla ardiente en la basílica de San Pedro y el jueves tenga lugar su funeral.
El primero en acudir ante su cuerpo sin vida inmediatamente tras su muerte, a las 9.34 horas locales (8.34 GMT) del sábado, fue precisamente el papa Francisco, tras ser avisado por teléfono por el secretario personal de Ratzinger, monseñor Georg Gänswein
Las imágenes difundidas por el Vaticano este domingo muestran a Benedicto XVI yacente en una sala del monasterio, acostado sobre dos cojines, bajo un gran crucifijo y junto a un cirio encendido, un árbol de Navidad y un Portal de Belén. Viste los paramentos pontificales: la sotana blanca y la casulla roja, en sus manos tiene un rosario y sobre su cabeza la mitra.
Sin embargo, en estas fotografías no lleva el palio, la estola de lana blanca con cruces negras símbolo litúrgico de jurisdicción. Su antecesor, Juan Pablo II, sí que lo llevó en su capilla ardiente en 2005.
La capilla ardiente estará abierta el lunes de 9:00 a 19:00, martes y miércoles de 07:00 a 19:00 y no se requiere entrada para participar.
El funeral presidido por el papa Francisco se celebrará en la plaza de San Pedro el jueves 5 de enero a las 09.30 horas. Esta será la primera vez en la historia en la que un pontífice presida el funeral de su inmediato predecesor, al que probablemente serán invitadas las máximas autoridades de todos los países.
Según ha precisado este domingo el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, no se prevé que el cuerpo de Ratzinger sea llevado en procesión por la plaza de San Pedro. Bruni también ha indicado que el funeral será solemne pero «sobrio» por expresa voluntad del fallecido.
Los pasos a seguir después de la muerte de un papa están descritos en la Constitución ‘Universi Dominici Gregis’, aprobada por Juan Pablo II en 1996, y salvo la apertura de un cónclave y la destrucción del anillo papal, además de otros pequeños detalles, parece que poco cambiará, aunque esos matices serán importantes.
En el caso de Benedicto XVI, las disposiciones relativas a la apertura del testamento o cómo y cuándo celebrar el funeral, no serán tomadas por el camarlengo, quien actúa en caso de Sede Vacante, como se conoce el periodo sin pontífice, sino directamente por Francisco.
Al final de la celebración eucarística del jueves, tendrá lugar la Ultima Commendatio y la Valedictio. El ataúd del Sumo Pontífice Emérito será llevado a la Basílica de San Pedro y luego a las Grutas del Vaticano para su entierro.
El lugar indicado por Benedicto XVI para ser enterrado será en la cripta dedicada a los pontífices situada bajo la basílica vaticana, como ya reveló a su biógrafo, Peter Seewald. Es posible que, como en el caso de los papas, también haya tres féretros, pero son detalles que todavía no se conocen, dado que se trata de la primera vez de un papa emérito.
Dos días antes de que su renuncia fuera efectiva, el 26 de febrero de 2013, el entonces portavoz vaticano, Federico Lombardi, anunció que tendría el título de ‘papa emérito’ o ‘Romano Pontífice emérito’, que seguiría siendo ‘Su Santidad Benedicto XVI’, que vestiría una sotana blanca más sencilla, sin la pequeña capa o ‘esclavina’ sobre los hombros, y que no llevaría el anillo del pontífice, sino uno de obispo. Esto no estaba escrito en ningún documento.
Y es que tras su muerte seguirá faltando un reglamento que evite importantes problemas de gestión en el Vaticano sobre la convivencia de dos papas, después además de que el papa alemán haya podido ser utilizado por un ala más conservadora de la Iglesia para atacar a Francisco.