La Casa de Nariño decidió restablecer relaciones con Miraflores a pesar de que EEUU sigue teniendo al Ejecutivo de ese país en la lista de criminales internacionales.
Publicado en elcolombiano.com
La visita del presidente Gustavo Petro a su par de Venezuela, Nicolás Maduro, convocó a funcionarios que van más allá de la relación binacional. En la comitiva del viaje de última hora de Petro a Caracas estuvo el embajador ante Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo, y para la misión de noviembre el mandatario había llevado a su representante ante la OEA, Luis Ernesto Vargas.
En lo oficial, el Palacio apunta a que los temas de esos encuentros han sido el proceso de paz con la guerrilla del ELN, la reactivación de la frontera y la infraestructua de los 2.219 kilómetros de la zona limítrofe, pero en la trastienda esas citas tienen un importante componente político por el deshielo diplomático global con la administración de Maduro en el que Petro es protagonista: es su más cercano aliado de la izquierda regional.
La Casa de Nariño decidió restablecer relaciones con el Palacio de Miraflores a pesar de que Estados Unidos sigue teniendo al Ejecutivo de ese país en la lista de criminales internacionales. Por Maduro se ofrece una recompensa de $15 millones de dólares y su régimen es investigado por la Corte Penal Internacional por posibles violaciones a los Derechos Humanos.
Pero toda movida diplomática tiene una moneda de cambio y entre los intereses del “Gobierno del cambio” está el espaldarazo que le dará el régimen a las conversaciones con el ELN, una guerrilla con amplia presencia en Venezuela, donde también están las disidencias de las Farc.
Venezuela es el país que Petro más ha visitado en los cinco meses que lleva en el Ejecutivo, con sus travesías del 7 de enero de este 2023 y el del primero de noviembre del año anterior. Esos dos traslados hasta la nación vecina se dieron a pesar de que Maduro no ha salido de su terruño en Caracas para pisar territorio colombiano y, en general, no sale del país aunque tiene a su disposición el avión presidencial.
Es más, mientras Petro asistió personalmente a la reapertura de la frontera en septiembre, Maduro envió a sus emisarios, entre ellos el gobernador del Táchira Fredy Bernal y su entonces embajador Félix Plasencia, hasta el lado colombiano de ese paso. Ese, si se quiere, podría ser un tercer acercamiento claro de Petro con el territorio venezolano.
¿Coincidencia? Con el régimen de Maduro el mandatario tiene una afinidad ideológica de años: son dos jefes de Estado de izquierda, autodeclarados como progresistas y con las banderas del latinoamericanismo izadas.
Petro y las elecciones de 2024
Ese deshielo que Petro puso en la agenda se da en el marco de una trama geopolítica que busca que las próximas elecciones presidenciales de Venezuela –las de 2024– sean democráticas y con garantías para la oposición.
Incluso, ya trascendió que enviados de la administración de Joe Biden en Estados Unidos han tenido enlaces tras bambalinas con el régimen al que acusan de violar los Derechos Humanos de sus ciudadanos.
¿Colombia es el heraldo de la Casa Blanca ante Maduro para que se den esos comicios? La visita de Murillo a Caracas envía el mensaje de que más allá de la relación Colombia – Venezuela, también se está abordando el factor Estados Unidos en la agenda.
Una fuente cercana al manejo de las relaciones diplomáticas entre ambos señaló a EL COLOMBIANO que no se puede negar que ese sea uno de los intereses que llevó a Petro hasta Caracas en esta ocasión y agregó: “Desde luego el presidente de Colombia le ha formulado la invitación (a Maduro) a que regrese al sistema interamericano porque considera que sería un paso positivo para reinsertarse” en la política del continente.
La más reciente reunión de Petro con Maduro fue a puerta cerrada, solo con la presencia del canciller Álvaro Leyva y de la jefe de despacho Laura Sarabia desde este bando. Del otro acompañaron a Maduro la vicepresidenta Delcy Rodríguez y la primera dama Cilia Flores.
El embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, no tuvo un asiento en esa cita y solo recibió a Petro en el aeropuerto. La explicación que da la Presidencia es que no se trataba de una cita con embajadores y desde Cancillería apuntan que la labor de Leyva fue “acompañar” al mandatario. La reunión, en todo caso, fue más hermética que la anterior. Entonces, ¿cuál era el rol de Murillo en Caracas?
Visitas a la izquierda
Después de esa cita el presidente partió rumbo a Chile para encontrarse con su par, Gabriel Boric, otro Ejecutivo de su bando ideológico al que visitó en sus tiempos de candidato y quien fue el primer jefe de Estado que tuvo agenda de trabajo en Colombia horas después de la posesión del 7 de agosto.
Sin ir muy lejos, hace apenas una semana Petro viajó a Brasil para la posesión de Lula da Silva, el primer viaje de su mandato fue a Perú y en diciembre salió en defensa del exmandatario Pedro Castillo, a pesar de que fue ese sindicalista quien protagonizó un autogolpe de Estado intentando cerrar el Congreso.
La diplomacia de la izquierda se está moviendo y Gustavo Petro es la ficha que en pleno inicio de año se ha trasladado de un país a otro para activarla, a días de la gran cumbre de la izquierda en el encuentro de la Celac que tendrá lugar el 24 de enero en Argentina con Alberto Fernández como anfitrión.
En un enero convulso para los gobiernos regionales, Boric es un actor que apenas entra al ajedrez político latinoamericano y Lula pasa por un inicio de mandato en crisis por el asalto al Congreso de los bolsonaristas.
En la agenda también está el Foro Económico Mundial de Davos de la próxima semana, una cita que –más que ideológica– termina convocando a la mayoría de jefes de Estado y de Gobierno del mundo democrático. La vicepresidenta, Francia Márquez, también alista un viaje a Estados Unidos para el Consejo de Seguridad de la ONU en un inicio de año en el que el “Gobierno del cambio” puso una misión en la primera línea de su agenda: la diplomacia.