Tiene un alto potencial de adicción, con efectos de mayor gravedad que los que pueden derivarse de la heroína o el LSD.
Por José Piñeiro
El shabú, mejor conocida como la droga de los pobres, está provocando graves problemas en barrios como el Raval de Barcelona. Este lugar convive diariamente con puntos de venta en plena calle y multitud de narcopisos fijos e itinerantes al año que dificultan la vida de un barrio multicultural, donde el 60,95% de la población ha nacido en el extranjero.
En sus calles pueden verse comercios de todas las nacionalidades e incluso tiendas de moda y nuevas tendencias, sobre todo en la parte alta del barrio. Sin embargo, en el ‘lado oscuro’ de este barrio se vende el shabú, nombre que los filipinos dan a la metanfetamina -también conocida como cristal o ice- y que es una de las más populares en la actualidad.
Gran parte de los consumidores son personas con trabajos precarios que aseguran que la consumen para poder aguantar más horas, sobre todo en la hostelería, puesto que permite permanecer despiertos durante varios días e incrementa la energía, la actividad y produce una sensación generalizada de bienestar.
Esta droga, que son cristales de metanfetamina que se fuman, ha llevado a muchos consumidores a urgencias tras su consumo. Es más, la Convención Internacional de Psicotrópicos la tiene clasificada en la lista II por su alto potencial de adicción, con efectos de mayor gravedad que los que pueden derivarse de la heroína o el LSD.
Según los profesionales sanitarios, los efectos de esta droga en el sistema nervioso son devastadores, causando sobre las personas hiperactividad, falta de sueño, de apetito y cierta euforia. “Cada vez vemos más cuadros de psicosis, con delirios y alucinaciones auditivas. Aunque abandonen el consumo (estos cuadros) ya persisten”, dijo la psiquiatra experta en adicciones Hospital del Mar en Barcelona, Francisca Fonseca.
Además, añade: “Es como si el cerebro quedara lesionado a largo plazo”. Desgraciadamente, en las urgencias de hospitales de esta comunidad autónoma ya han detectado algunos casos de consumo estrechamente relacionado con el ocio, a pesar de las muchas advertencias de la Organización Mundial de la Salud acerca de las nuevas drogas de diseño.
Y es que el shabú, junto al Krokodil, encabeza el ranking de las drogas más peligrosas del mundo. Filipinas es el país donde más se consume a pesar del rechazo que cualquier tipo de droga tiene en la comunidad católica, aproximadamente el 80% de la población. De hecho, la policía filipina atribuye muchos crímenes violentos de la actualidad a la conducta agresiva derivada de su consumo.
En España, la Policía Nacional alertó de esta sustancia en 2011, señalando en su Plan Nacional Sobre Drogas que el consumo era minoritario y se daba principalmente entre la comunidad filipina (actualmente hay 10.000 y la mitad vive en el Raval). Sin embargo, el aumento del consumo de metanfetaminas entre la población y la dificultad para frenar el narcotráfico en la ciudad, incrementó la incidencia de esta droga, provocando que las entidades filipinas del Raval dieran la voz de alarma por los efectos que estaba causando esta droga entre su colectivo.