Para el autor, el acceso al agua potable es un derecho humano, su carencia impide el disfrute de otros derechos humanos como la alimentación y la salubridad.
Por Julio Castellanos
En mi reciente visita a la Dirección General de la Alcaldía de Libertador efectué la solicitud información, en nombre del conjunto de la ciudadanía, sobre los cronogramas de ejecución de obras para la restitución del servicio de agua potable para aquellas comunidades que presentan fallas en sus pozos y bombas. Aunque debo decir que el ciudadano director general, Orelbis Reyes, me recibió muy amablemente, tanto a mÍ como al resto del Comité Ejecutivo Municipal de AD «en resistencia», el cronograma de ejecución de obras no nos fue suministrado.
Ahora bien, el director general sÍ nos proporcionó un balance de la gestión municipal hasta la fecha, lo cual permitió tener datos de mucho interés. Entre ellos: 1) En el último año se elevó el número de pozos funcionales a 40 con la reparación de bombas y/o disposición de transformadores eléctricos, 2) faltan por reparar 100 pozos y 3) el presupuesto municipal 2023 solo podrá permitir la reparación de 5 pozos. Estos datos sugieren que en 2023 la mayor parte del municipio, el 70% del territorio, seguirá sin agua.
El acceso al agua potable es un derecho humano, su carencia impide el disfrute de otros derechos humanos como aquellos relativos a la alimentación, la salubridad e incluso la educación. No es una nimiedad la falta de agua. Al contrario, cuando no tenemos agua la vida se hace incompatible con la dignidad humana. Esto no se soluciona con un camión cisterna o pidiendo paciencia, de hecho, tengo el profundo temor, por como siento el estado de ánimo de los ciudadanos afectados, de que el malestar y la rabia están ganando terreno y esas emociones son un peligro para la estabilidad y tranquilidad pública.
Por mencionar solo un ejemplo, pude enterarme que en la Fundación CAP, que lleva un año sin agua, el camión cisterna solo ha llegado a las casas de miembros de las UBCH. Uno de estos «Jefes de Calle», tuvo el «gesto» de lavarse las chancletas y los pies en la salida de su casa, delante de transeúntes y vecinos que no tienen ni una gota del vital líquido. Una señora le espetó su disconformidad con semejante injusticia y el señor en cuestión le respondió «ese no es mi problema». La señora, previsiblemente, se molestó en grado superlativo y muchos con ella pero la gente, milagrosamente, se calmó. La pregunta que me hago, con real preocupación, es si en el futuro cercano ¿siempre llegará la calma?
La violencia de unos contra otros es posible, mucho más en contextos de desesperación y crisis. Si 100 pozos están dañados, son 100 o más comunidades que se encuentran bajo un estrés difícil de manejar y para ellos no tenemos ni siquiera una fecha, cercana o lejana, de posible restitución del servicio de agua para que puedan sentir algo de sosiego y tranquilidad.
Hemos recomendado al gobierno municipal, personalmente, con sindéresis y con el rostro descubierto, que esta peligrosa circunstancia merece que tomemos acciones y que todos los actores colaboremos en lograr soluciones más allá de las diferencias ideológicas. En tal caso, si la alcaldía no tiene la disposición presupuestaria para atender estas demandas, sugerimos: 1) Procurar acceso a financiamiento multilateral en organizaciones como la CAF o el BID que tienen sus oficinas en Caracas, 2) Gestionar la acción de las distintas agencias de la ONU que operan en Venezuela y Carabobo para establecer asistencia de mitigación de la crisis humanitaria compleja, 3) Procurar ante los distintos representantes diplomáticos acreditados en Venezuela, acceso a mecanismos de financiamiento bajo el concepto de cooperación para el desarrollo (la visita de destacados diplomáticos a Libertador no solo debe servir para tomarse fotos en el Arco de Carabobo).
Estos temas deberían ser abordados públicamente, la herramienta más idónea sería a través de sesiones públicas (como deberían ser siempre) del Concejo Municipal y en el cual se apruebe un acuerdo conminando al ciudadano Alcalde hacer las gestiones pertinentes. También puede hacerse mano de la letra constitucional y celebrar Cabildos Abiertos para que el alcalde reciba las recomendaciones, ideas, sugerencias y aportes de todos los ciudadanos, lo importante y trascendental es que los ciudadanos vean una luz al final del túnel porque, caso contrario, la paciencia, la calma y la cordura se acaban.
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