Las nuevas boyas con hojas de sierra en un tramo de la frontera natural entre México y EE.UU. ponen en riesgo la vida de migrantes. Expertos consultados por DW califican esta medida de “cruel”.
Por Camilo Toledo-Leyva – Publicado en dw.com
Dos migrantes muertos es el saldo que ha dejado hasta el momento el nuevo «muro flotante” en el río Grande, la frontera natural entre México y Estados Unidos. Las boyas revestidas con hojas de sierra, instaladas a mediados de julio por orden del gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, han generado críticas a nivel internacional e, incluso, han provocado una disputa judicial con el Gobierno del demócrata Joe Biden.
Las boyas de color naranja tienen 1,2 metros de diámetro, están diseñadas con material de plástico duradero para soportar las fuertes corrientes del río Grande y están ancladas al fondo del cauce en el tramo que separa Eagle Pass (Estados Unidos) de Piedras Negras (México). En su primera etapa, los 305 metros boyas son parte de la millonaria Operación Estrella Solitaria, una iniciativa del estado de Texas para aumentar la seguridad fronteriza, que se suma al alambre de púas ya existente en la orilla texana del río.
«Es muy preocupante porque es una muestra más de la política migratoria que limita el acceso al asilo y a la protección internacional; es decir, es una necropolítica: la falta completa de sensibilización ante una necesidad inherente de las personas y, sobre todo, del derecho a solicitar y recibir asilo”, explica a DW Tamara Aranda, coordinadora de la organización de derechos humanos Sin Fronteras, de México.
De igual manera opina Adam Isacson, experto en temas de seguridad fronteriza de WOLA, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, y califica la colocación de este tipo de boyas como cruel: «Texas ha creado una trampa mortal en una parte del río Grande, que de por sí ya es peligroso. Esto va en contra de la ley de Estados Unidos y de los estándares humanitarios”.
¿Medida disuasiva?
En lugar de disuadir o crear temor en las personas que se movilizan, con esta medida solo se agrega un riesgo más al cruce fronterizo, aseguran los expertos consultados por DW. «Las boyas no van a frenar la migración. Lo único que se logra es poner más riesgos a las personas que están cruzando la frontera y no se toma en cuenta que estos lo hacen, precisamente, porque viven en una situación de persecución u otra situación que pone en riesgo sus vidas en sus países de origen”, recuerda Aranda.
Para el experto Isacson, esto es solo una jugada política del gobernador de Texas de cara a las próximas elecciones. «Su propósito, en realidad, es hacer un show político para salir en los medios de derecha de Estados Unidos y ayudar a movilizar al partido republicano”, indica a DW. Asimismo, Isacson cuenta que el sector donde se han instalado las boyas, que es uno de los nueves sectores divididos por la patrulla fronteriza de EE.UU., sigue siendo el segundo con mayor número de migrantes que cruzan: «Entonces no están disuadiendo a nadie”, insiste.
Por otro lado, defensores del medio ambiente también se han manifestado en contra de la barrera acuática por su potencial peligro e impacto ecológico. «Los expertos han alertado que los cables que van hasta el fondo del río va a convertir ese tramo en una especie de represa y va a cambiar el flujo del agua. Los alambres con sierras, además, bloquean el acceso de animales, afectando en general a la fauna y a la flora”, señala Isacson.
Washington vs. Texas
La estrategia de instalar una barrera flotante surgió durante el Gobierno de Donald Trump (2017-2021), quien nunca la llegó a materializar, pero un par de años después, Abbott la ha puesto en marcha. Poco después de que este ordenara colocar las primeras boyas, el Gobierno mexicano expresó su preocupación a Washington, alegando que dicha medida puede violar los tratados de 1944 y 1970 sobre fronteras y aguas. Enseguida, el Departamento de Justicia de EE.UU. demandó a Texas por violar la Ley federal de Ríos y Puertos.
Sin embargo, el gobernador Abbott respondió al presidente Biden que su estado está actuando dentro de sus derechos para proteger sus fronteras y que, entonces, se verán en los tribunales. Por ello, se tiene previsto que esta semana un juez federal de Texas se pronuncie al respecto.
«Es interesante que este tema haya unido a López Obrador y Biden. De hecho, el Gobierno de Biden puso en su demanda un documento que indicaba que el 80 por ciento de las boyas se encontraban en el lado mexicano”, cuenta Isacson, haciendo referencia a un informe de ingenieros de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) de México y Estados Unidos. Por ese motivo, el último fin de semana, las boyas fueron movidas a territorio estadounidense.
Las necesidades reales
Lo que realmente necesita Estados Unidos ahora, según el experto de WOLA, «es muchísima más capacidad para las solicitudes de asilo, solo tenemos unos 650 jueces para todos estos casos. No hay manera de parar la migración irregular en un momento en que tantos millones de personas en América Latina están huyendo”. En general, se necesitarían más visas temporales, más programas humanitarios y más vías para la ciudadanía. «Eso requiere cambios en la ley, pero ahora nuestro Congreso está totalmente estancado”, lamenta Isacson.
La activista de Sin Fronteras coincide, pero también cree que otra alternativa sería que México facilite un tipo de regularización migratoria para estas personas. «De este modo, podrían estar en México bajo una situación regular que les permita trabajar y transitar. Esto ayudaría en su integración y, tal vez, al encontrar mejores condiciones, decidan quedarse y no arriesgarse a cruzar el río Grande”, afirma Aranda. Subrayando, al mismo tiempo, las medidas más tradicionales, que son apostar por el desarrollo y el crecimiento de los países de donde provienen la mayoría de migrantes.