La Inteligencia Militar de Colombia Bajo Asedio en el Gobierno Petro
Desde la llegada de Gustavo Petro al poder en Colombia, la inteligencia militar del país, antes considerada como uno de los pilares clave en la lucha contra el crimen y el narcotráfico, parece estar pasando por tiempos difíciles.
El mismo brazo de la inteligencia militar que orquestó operaciones maestras, como la Operación Jaque, y que fue responsable de neutralizar a líderes de las FARC, tales como Alfonso Cano, Raúl Reyes y el Mono Jojoy, parece haber sido sistemáticamente desmantelado bajo la administración de Petro. Transferencias inexplicables de personal, falta de mantenimiento de equipos cruciales y una reorientación estratégica que dejó de priorizar los «objetivos de alto valor», han resultado en lo que muchos consideran una pérdida de capacidad significativa en la inteligencia militar.
Particularmente preocupante es la reciente decisión de no atacar a grupos criminales de alto perfil, incluido el grupo de Iván Mordisco, jefe de las disidencias de las FARC. Estas decisiones han suscitado rumores y críticas, especialmente dentro de las fuerzas armadas, con oficiales expresando su frustración por lo que ven como una falta de voluntad de enfrentar amenazas significativas.
A este panorama se suma la reintroducción de militares retirados, quienes apoyaron a Petro durante su campaña, y que ahora parecen ejercer una influencia considerable en decisiones críticas. El rol del Ministro de Defensa, Iván Velásquez, ha sido especialmente controvertido, con rumores circulando sobre su aparente influencia en decisiones clave que han llevado al debilitamiento de la inteligencia militar.
Sin embargo, lo más alarmante es la inestabilidad en las unidades estratégicas. El Comando de Apoyo de Combate de Inteligencia Militar (Caimi), vital en la lucha contra el crimen organizado, ha experimentado una rotación rápida y sin precedentes de liderazgo. La continuidad y la estabilidad son esenciales en cualquier operación de inteligencia, y estos cambios frecuentes socavan inevitablemente la eficiencia de las operaciones.
El futuro de la inteligencia militar en Colombia está en juego. Si bien la transparencia y la renovación son esenciales en cualquier administración, la pérdida de habilidades y experiencia acumuladas puede tener un precio que Colombia no puede permitirse pagar. La amenaza del crimen organizado, las guerrillas y el narcotráfico no ha disminuido, y la capacidad de Colombia para enfrentar estos desafíos depende en gran medida de una inteligencia militar sólida y eficaz.