El segundo debate republicano de cara a 2024 destaca la sombra persistente de Trump y las críticas unánimes al gobierno actual.
Los reflectores se centraron en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan en Simi Valley, California, donde siete aspirantes republicanos se enfrentaron en un debate marcado tanto por la presencia omniscente de un ausente Donald Trump como por las críticas unificadas al actual presidente, Joe Biden.
En una noche donde las sombras de Trump parecían más grandes que las figuras en el escenario, los candidatos no pudieron evitar referirse al exmandatario, quien sigue siendo un favorito en las encuestas. Chris Christie fue directo al grano, declarando que Trump «se esconde tras las paredes de su club de golf para no responder a preguntas». Ron DeSantis, por su parte, acusó al expresidente de estar «desaparecido en combate».
Sin embargo, el objetivo principal de la noche fue Joe Biden. Tim Scott afirmó que Biden «no debería estar en la línea de piquetes, sino trabajando para cerrar nuestra frontera sur», una sentencia que resonó con la posición de Mike Pence, quien sugirió que el lugar de Biden es «la cola del paro».
La migración se convirtió en un tema central del debate, vinculándola con la crisis del fentanilo en el país y la «necesidad» de fortificar la frontera con México. Nikki Haley prometió desplegar 25.000 agentes fronterizos más, mientras que DeSantis llevó la conversación un paso más allá, prometiendo usar militares estadounidenses «contra los carteles mexicanos».
“La economía estadounidense y la inflación ocuparon un espacio significativo en la conversación. «Si soy presidenta, lo cambiaremos todo. Lo primero que se necesita es ser transparentes», afirmó Haley, resaltando las luchas financieras de las familias estadounidenses. China también se encontraba en la mira, con DeSantis prometiendo emular a Reagan para contrarrestar las «ambiciones» chinas.
Las cuestiones de derechos reproductivos y libertad sexual se tocaron de manera tangencial, pero no pasaron desapercibidas. Vivek Ramaswamy hizo una declaración contundente, afirmando que «la transexualidad, especialmente en niños, es un trastorno mental».
A medida que la Guerra en Ucrania se coló en la discusión, se evidenció una división marcada entre los candidatos. DeSantis y Ramaswamy se mostraron reacios a ofrecer un apoyo incondicional, mientras que Christie insistió en la importancia de defender a Ucrania ahora para prevenir futuros conflictos.
Aunque Trump no estaba presente físicamente, su sombra se cernía sobre el escenario. DeSantis subrayó que «las encuestas no son las que eligen a los presidentes, sino los votantes», mientras que en los alrededores del debate, los seguidores de Trump mostraban pancartas con la cara del expresidente, un recordatorio visual de su persistente influencia.
En un escenario donde las sombras del pasado se mezclaban con las aspiraciones del futuro, los candidatos republicanos buscaron un terreno común en sus críticas a Biden, pero la presencia ineludible de Trump sugiere que el camino hacia 2024 está plagado tanto de viejos fantasmas como de nuevos desafíos.