El Rey Felipe VI intenta salvar a España de un callejón político sin salida tras el fallido intento de investidura de Feijóo.
La política española, queridos lectores, es un drama digno de una telenovela de alto voltaje. En el último episodio, el intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo se desplomó más rápido que un castillo de naipes en un vendaval, con 177 votos en contra y 172 a favor en el Congreso. Y si pensabas que Game of Thrones tenía tramas complicadas, bueno, bienvenido a la realidad de la política española.
“La fallida investidura ha llevado al Rey Felipe VI a organizar una nueva ronda de consultas con los grupos políticos,” se informó desde la Casa de Su Majestad el Rey. Y cuando decimos “ronda de consultas,” no estamos hablando de un amistoso té de la tarde. Este es un intento serio de evitar un escenario en el que España tendría que realizar unas nuevas elecciones el próximo 14 de enero.
Para los no iniciados en los entresijos de la política española, aquí va un breve resumen: Feijóo no logró ser investido. El Rey está interviniendo. Los partidos independentistas están, una vez más, optando por no participar. Y todo esto está sucediendo bajo la sombra de una posible repetición electoral. Es un guion que ni el más creativo de los escritores de telenovelas podría inventar.
“El monarca ha recibido a Francina Armengol, la presidenta de la Cámara Baja, quien le ha informado oficialmente del resultado de la votación del debate de investidura,” según un comunicado de la Casa Real. Pero claro, en el intrincado laberinto de la política española, el camino a seguir es todo menos claro.
El Rey se reunirá con representantes políticos el lunes y martes, en un intento de negociar un camino a través de este intrincado laberinto político. Pero no contará con la presencia de los partidos independentistas catalanes, EH Bildu, ni BNG. Esa ausencia se siente como un eco siniestro, un recordatorio de la división política persistente.
Entonces, ¿qué sigue para España? Bueno, eso está más allá de nuestra bola de cristal. Pero una cosa es segura: con un Rey activamente buscando promover el diálogo, y la posibilidad de nuevas elecciones acechando como un espectro, los próximos días serán cruciales para el futuro político de la nación.