El icónico toletero venezolano se despide de las Grandes Ligas dejando un legado insuperable y la promesa de la inmortalidad en Cooperstown.
El estadio Comerica Park en Detroit resonó con aplausos y ovaciones este fin de semana, marcando el adiós de una leyenda del béisbol, Miguel Cabrera. Después de dos décadas iluminando las Grandes Ligas con su talento indomable, el toletero venezolano cuelga sus espuelas, pero no sin antes recibir un tributo merecido por parte de los Tigres y sus fervientes seguidores.
A los 40 años, vistiendo orgulloso el número 24, Cabrera se despidió bajo la ovación de los aficionados. Miggy fue recibido bajo una enorme ovación de los aficionados en el Comerica Park en Detroit, que ya no lo verán en la alineación a partir del próximo año.
Aunque la última temporada de Cabrera mostró números modestos, con un promedio de .252, cuatro jonrones y 34 impulsadas, es su legado acumulado lo que lo eleva a la estratosfera del deporte. A lo largo de sus 21 temporadas, Cabrera ha sido un bastión de consistencia y grandeza.
Desde su debut en 2003 con los Marlins, ayudando a su equipo a conquistar la Serie Mundial contra los Yankees de Nueva York, hasta unirse a los Tigres en 2008, Cabrera ha sido sinónimo de excelencia. Con un promedio vitalicio de .307, 511 jonrones y 3.174 imparables, se cierne majestuoso al lado de las leyendas del béisbol en Cooperstown.
Cabrera, que deja una estela de éxitos a lo largo de su carrera, podrá estar los próximos cinco años muy tranquilo, porque se encamina a ser elegido en su primera elección al recinto de los inmortales del béisbol.
Miguel ha hecho historia, uniendo su nombre con íconos como Hank Aaron, al alcanzar 624 dobles, y emergiendo como una fuerza dominante con dos premios MVP y una Triple Corona en 2012.
A pesar de los elogios y las proezas, un anhelo se quedó sin cumplir para Cabrera – un título de Serie Mundial con los Tigres. Aunque alcanzaron el pináculo en 2012, una derrota ante los Gigantes de San Francisco dejó un vacío.
Sin embargo, mientras la luz de Cabrera se apaga en el diamante, la especulación arde sobre un futuro en el dugout. ¿Podría el niño de La Pedrera en Maracay tomar el mando de los Tigres como entrenador y guiarlos hacia la gloria de octubre que se le ha eludido como jugador?
Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, el béisbol se despide de un gigante, un hombre cuyo madero sonó con la fuerza de los inmortales y cuyo legado vivirá en los anales de este amado deporte. Miguel Cabrera, un verdadero grande entre los grandes.