Petro celebra acuerdo de migración, pero pide a EE.UU. cese de sanciones a madurismo

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Gustavo Petro aplaude el entendimiento entre Venezuela y EE. UU. pero insiste en la necesidad de levantar las sanciones para un impacto real.

Colombia, un país que ha sido testigo directo de la crisis migratoria venezolana, recibió con beneplácito el reciente acuerdo entre Venezuela y Estados Unidos para facilitar el retorno de los migrantes venezolanos. Sin embargo, el presidente colombiano, Gustavo Petro, advierte que este es solo un paso en un camino que aún está lleno de obstáculos.

“Es muy importante para Colombia este acuerdo entre los EEUU y Venezuela sobre retorno de migrantes venezolanos a su país. Debe ser acompañado del levantamiento del bloqueo”, expresó Petro en un post en X, poniendo sobre la mesa el eterno elefante en la habitación: las sanciones internacionales.

Entre la espada y la pared

El acuerdo, anunciado el 5 de octubre, es un testimonio del delicado baile diplomático en curso. El «Plan Vuelta a la Patria», un programa lanzado en 2018 por el gobierno de Nicolás Maduro, se encuentra en el centro de este desarrollo. Yván Gil, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, subrayó el compromiso de ambos países para una repatriación «ordenada, segura y legal».

Pero, como es típico en la política venezolana, las sombras del pasado no están lejos. El gobierno de Maduro fue rápido en señalar que la migración venezolana es una “consecuencia directa de la aplicación de las medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo a nuestra economía”. Un dedo acusador que, aunque familiar, plantea preguntas incómodas sobre el camino a seguir.

Un futuro incierto

Así, mientras el presidente Petro aplaude este avance, su aplauso viene con una nota de cautela. En un mundo ideal, el acuerdo entre Venezuela y EE. UU. sería un paso definitivo hacia la resolución de una crisis que ha definido la región durante años. Pero en la realidad, está claro que sin abordar las raíces profundas del conflicto, la migración y las sanciones, este acuerdo puede ser, en el mejor de los casos, un parche temporal en una herida que necesita una cirugía seria.

Por ahora, el mundo observa, espera y, tal vez con un optimismo cauteloso, se pregunta si este acuerdo es un presagio de un cambio real o simplemente otro capítulo en un libro de historia aún en desarrollo.

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