La economía se convierte en el campo de batalla para los aspirantes a la presidencia, revelando profundos contrastes en visiones y propuestas.
El segundo debate presidencial en Argentina, celebrado el pasado domingo, se convirtió en un escenario de intensa confrontación entre los cinco candidatos, centrando la discusión en el futuro modelo laboral y productivo del país.
Juan Schiaretti, del peronismo disidente, abrió el debate exigiendo la eliminación de las retenciones al campo y un mayor apoyo para las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, fue interrumpido por Sergio Massa, el actual ministro de Economía, quien recriminó a Schiaretti y su equipo por alinearse con el anterior gobierno de centro-derecha.
La igualdad de género también ocupó un lugar destacado en la discusión. Massa prometió garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres y eliminar los límites para las pensiones de los trabajadores discapacitados.
Javier Milei, el candidato libertario, se encontró en el centro de la tormenta tras una acalorada discusión con Myriam Bregman sobre la propuesta de reducción de la jornada laboral. Milei también enfrentó críticas por parte de Massa, quien destacó sus «faltas de respeto a las mujeres».
La aspirante de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, no se quedó atrás y criticó la relación del oficialismo con los dirigentes sindicales y los recientes escándalos de corrupción. Propuso más ayuda para las pymes y la reducción de la carga impositiva.
Este debate reflejó las marcadas diferencias en los enfoques económicos y laborales de los candidatos, con cada uno esgrimiendo promesas y críticas. La tensión es palpable y los argentinos se encuentran en el centro de un tira y afloja político, en espera de propuestas sólidas que prometan un futuro próspero para la nación.