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CARLOS OJEDA: Otra vez en la encrucijada del destino

El autor considera que independientemente de su condición y concepción mesiánica, fueron el caudillismo y militarismo quienes desde el principio de la república nos negaron la oportunidad de progreso, desarrollo económico, así como el educarnos de patriotas y nacionalistas.

Por Carlos Ojeda

Encrucijada. Según el diccionario de Oxford: Situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe cuál de ellas escoger. «La nación se encontraba de nuevo ante una de las encrucijadas decisivas de su historia, que solo podía abordar asumiendo su responsabilidad». Este preámbulo parece desmotivador. ¡Es todo lo contrario! Es conjuntamente con la narrativa que les entregó, el resumen más condensado de nuestras decisiones y sus consecuencias. Estoy hablando hacia mi patria. Venezuela.

Nuestra patria además de las hegemonías conservadoras de 1829 y la revolución de marzo en 1858. También ha sufrido dos autocracias liberales, un gobierno Federalista en 1964, la Revolución Azul del 68 y el Liberalismo Amarillo en 1870. Luego, esa revolución liberal restauradora comenzada por Castro en 1899. A partir de allí, llegaron las dos etapas de gobiernos de transición democrática. El Trienio de 1945-48 y los gobiernos electos por voluntad popular desde 1959 a 1999. Algunos lapsos dictatoriales interrumpieron la civilidad emergente. Pero se triunfó

Desde la constitución de la República, militares como Páez, Mariño, Soublette, los hermanos Monagas, Gual, Crespo, Linares Alcántara, Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez y López Contreras y otros que no figuran en esa lista gobernaron este país. Caudillos civiles como Narvarte, Vargas, Urbaneja, Tell, Rojas Paul, Andueza Palacios, Gil Fortoul, Márquez Bustillos…también. Ninguno le dio progreso a los ciudadanos. Ninguno transformó nuestra geografía.

Debemos entender entonces que independientemente de su condición y concepción mesiánica, fueron el caudillismo y militarismo quienes desde el principio de la república nos negaron la oportunidad de progreso, desarrollo económico, así como el educarnos de patriotas y nacionalistas. Sin esas virtudes no podríamos construir una nación.

Ese trienio donde por primera vez entraron en escena política y gubernamental los mejores o al menos los más valientes civiles, le trajo al país entre otras cosas, la participación de todos en la elección de sus gobernantes. Jóvenes, obreros y mujeres votaron por primera vez. El resultado fue la elección del mejor de nuestros escritores como Presidente de la República. El maestro Rómulo Gallegos. Con él llegó el progreso para los civiles. La Reforma Agraria. La negociación con las petroleras de mejores condiciones para todos. La democracia representativa y el génesis del progreso que todos aun disfrutamos ¡a pesar de un cuarto de siglo de caudillismo militar!

Luego disfrutamos de cuarenta (40) años de democracia y progreso. Acueductos, cloacas, electrificación rural y urbana. Vías de penetración agrícolas y extraurbanas. Tierras, créditos, siembras y cosechas. Escuelas, liceos y universidades. Planes de desarrollo integral del país. Termoeléctricas. Hidroeléctricas. Autopistas. Agroindustrias. Puertos. Represas. Educación. Más educación. Cultura. Becas. Bienestar Social. Salud. Hospitales. Ambiente y hasta recreación.

Fueron los gobiernos civiles democráticos de Betancourt. Leoni. Caldera. Carlos Andrés. Luis Herrera. Lusinchi. Octavio Lepage. Ramón J. Velázquez, quienes conjuntamente con ministros, gobernadores, alcaldes, directores y profesionales en la administración pública los que lo lograron, en forma colectiva. La lealtad y el honor de la tropa, subalternos, suboficiales, oficiales. Coroneles y Generales, fue crucial e indispensable para el desarrollo y la cierta institucionalidad que logró nuestra geografía en esos cuarenta años.

La amargura, el resentimiento, la frustración contenida por tantos años y por tantas cosas, no debería influenciar a quienes la democracia les cambió la vida. La democracia jamás les negó la oportunidad de estudiar y de ser mejores ciudadanos. Los psicólogos aconsejan no tomar decisiones cuando uno está iracundo, alegre, triste, eufórico o confundido.

Pensar con resiliencia, respirar hondo, pensar en la opción del perdón y en asumir que de toda esta vivencia también somos responsables, es entender a la naturaleza humana. Es forjar en nosotros los mejores seres humanos que queremos sean nuestros descendientes. Ya Mandela nos dio una gran lección y triunfó en su país.

Dos candidatos jóvenes han polarizado la primaria. El joven abogado y socialdemócrata Carlos Prosperi. Y la joven ingeniero con pensamiento liberal Maria Corina Machado.

…Gobernantes ineptos y empresarios rapaces han conducido a esta nación prodigiosa a su actual estado de postración… Durante décadas, el dinero de Venezuela ha alimentado el fraude fiscal, la evasión de capitales que nunca se invirtieron en la tierra que los produjo… Juan Manuel Prada- Escritor Español

Chávez fue el emblema del desastre apoyado por las clases populares quienes colmados de impaciencia, escribieron la “Crónica de un fracaso anunciado”. El comandante y su equipo cambiaron por un rato nuestra antropología social. Nos transformó en algo que nunca fuimos ni seremos.

Los venezolanos somos efusivos, dicharacheros, sinceros y hospitalarios. Somos solidarios y alegres. Nos cualifica el contagiar nuestra risa, nuestro entusiasmo y hasta nuestra innata inocencia política cognitiva. Buenos habladores de pendejadas. Malos patriotas nacionalistas. Nos faltó un líder instructor… No un mesías.

Dos opciones se presentan. Dos jóvenes. Dos visiones de país. Carlos Modesto representa la sindéresis, la democracia colectiva, la oportunidad de un país construido por todos y para todos. Maria Corina representa la fuerza de su convicción, la fortaleza de espíritu, el rumbo desconocido de un país, sin sus riquezas naturales.

Nos urge una introspección, una reflexión profunda sobre el rumbo que queremos tome nuestro país. Nuestros niños no merecen seguir creciendo sin infancia y sin sueños. La rabia solo causa daño y un niño con hambre es un hombre resentido, hoy nuestros niños viven su peor momento y hay que detenerlo. Ana María Morales.

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