El asesino se identificó como miembro del Estado Islámico.
La noche del lunes en Bruselas fue marcada por el estallido de balas, el eco del terror que resonó en las paredes de los edificios circundantes y en los corazones de una nación. Al menos dos personas perdieron la vida y varias resultaron heridas cuando un hombre, con la decisión marcada en sus acciones, desencadenó un ataque en el Bulevar d’Ypres de la capital belga.
Según informan medios locales, el atacante, vestido con una chaqueta fluorescente de color naranja y un casco blanco, descendió de una moto y desató una ráfaga de balas de un «arma de guerra». El portavoz de los bomberos de Bruselas, Walter Derieuw, confirmó el incidente, aunque los detalles específicos y las circunstancias del ataque aún están emergiendo.
Un video, testigo silencioso del horror, muestra al atacante persiguiendo a personas aterrorizadas que intentaban refugiarse en un edificio acristalado. Las balas no discriminan; el terror no muestra piedad.
Los informes indican que las víctimas mortales son de nacionalidad sueca, su vida se apagó en un taxi donde buscaban refugio de la tormenta de violencia. La prensa belga ha marcado el ataque como un acto de terror, una declaración de guerra en una noche que prometía ser ordinaria.
“Alá es el más grande” son las palabras que, según informes, resonaron en el aire, una proclamación que intensifica la oscura sombra del terrorismo. El autor del ataque reivindicó su alianza con el Estado Islámico, proclamando un mandato de venganza.
En un mundo donde los estadios se llenan de aplausos y la emoción de la competencia, la camiseta del equipo sueco se manchó con la tragedia. Esa noche, Bélgica y Suecia se enfrentaban en un juego, pero en las calles de Bruselas, se jugaba un escenario mucho más oscuro y mortal.
La nación, ahora, se enfrenta a las secuelas, un eco de terror que resuena en cada esquina de la ciudad, en cada rincón de la conciencia colectiva. En la oscura danza entre la violencia y la paz, Bruselas enfrenta el amanecer con la determinación de no ser definida por los actos de terror, sino por la resiliencia y la unidad en la cara de la adversidad.