Las autoridades sanitarias de Gaza revelan que hay miles de muertos y heridos, incluyendo niños y mujeres, tras la ofensiva de Israel.
La persistencia del conflicto en la Franja de Gaza ha alcanzado un nivel de devastación inquietante. Según las autoridades sanitarias del enclave, los bombardeos israelíes han causado la muerte de al menos 5.087 personas, en respuesta a la ofensiva lanzada por la organización terrorista Hamás el 7 de octubre. El saldo humano de la violencia en curso se ha vuelto cada vez más alarmante, con 2.055 niños y 1.119 mujeres entre los fallecidos, y otras 15.273 personas heridas.
En un comunicado emitido por el ministerio de Salud, administrado por Hamás -grupo etiquetado como terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países árabes- la cifra de muertos y heridos subraya la urgente necesidad de una intervención internacional para poner fin a la violencia.
La Franja de Gaza, ya asediada por años de conflicto y bloqueo, enfrenta una crisis humanitaria que se ha exacerbado en las últimas semanas. Los hospitales y centros de atención médica, ya desbordados y con recursos limitados, luchan por atender a los miles de heridos, mientras que las familias hacen frente a la pérdida de seres queridos.
Cada bombardeo, cada explosión, resuena no solo en los escombros y edificios destruidos sino en la psique colectiva de un pueblo atrapado en un ciclo interminable de violencia. Las imágenes de niños y mujeres entre las víctimas subrayan la brutalidad indescriminada del conflicto, que no distingue entre combatientes y civiles.
La comunidad internacional, aunque horrorizada, parece impotente ante la escalada de violencia. Las negociaciones para un cese al fuego, hasta ahora, no han logrado mitigar la intensidad de los ataques, y cada día que pasa, el número de víctimas aumenta, exacerbando una situación ya desgarradora.
En medio de la destrucción y la desesperación, surge una pregunta persistente: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo continuará la violencia, la muerte y la desolación? La Franja de Gaza, un territorio marcado por la guerra, espera una respuesta, una intervención, una señal de que la paz, aunque elusiva, aún es posible en una tierra plagada por el conflicto.