Acciones de Bolivia desatan una tormenta diplomática, mientras Hamás celebra e Israel condena.
En un mundo cada vez más polarizado, las decisiones diplomáticas de los países se convierten en declaraciones de postura en el tablero global. Bolivia, en una jugada audaz, ha decidido cortar relaciones diplomáticas con Israel, en respuesta a lo que ve como agresiones en la Franja de Gaza. Esta decisión ha sido elogiada por Hamás, el grupo terrorista que controla de facto Gaza, mientras que ha sido fuertemente condenada por Israel.
El comunicado de Hamas destacó la valentía de Bolivia, y extendió un llamado a otros países árabes e islámicos para que siguieran el mismo camino. La acción de Bolivia, vista por Hamas como un acto de solidaridad hacia la causa palestina, resalta las tensiones que continúan escalando en el Medio Oriente.
Pero la respuesta de Israel no se hizo esperar. Lior Haiat, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, condenó la decisión boliviana, tachándola de capitulación frente al terrorismo y al régimen iraní. Esta retórica añade más leña al fuego en el complejo escenario diplomático que se desarrolla entre las naciones.
La situación se complica aún más con Chile y Colombia retirando a sus embajadores en Israel, mostrando una tendencia de solidaridad hacia Palestina desde estas naciones latinoamericanas. Los actos diplomáticos son una forma de presión internacional, y estos movimientos recientes demuestran cómo el conflicto en Gaza resuena en la política global.
El ataque de Hamás el pasado 7 de octubre, que dejó un saldo de más de 1.400 israelíes muertos y 240 secuestrados, ha sido el catalizador de una serie de reacciones en cadena. El conflicto que se ha desencadenado desde entonces ha cobrado la vida de más de 8.500 palestinos en Gaza.