La frontera Líbano-Israel se calienta con intercambio de fuego entre el ejército israelí y Hezbollah.
La frontera Líbano-Israel está más caliente que nunca. Con un ritmo frenético, los aviones y helicópteros israelíes se desplegaron en la zona para responder a los ataques perpetrados por Hezbollah, el poderoso movimiento libanés respaldado por Irán. Las tensiones, que parecían haber alcanzado su punto más alto tras el reciente ataque de militantes palestinos a Israel el pasado 7 de octubre, no muestran señales de apaciguarse.
En palabras de las fuerzas armadas israelíes, “Aviones de guerra y helicópteros [israelíes] atacaron en las últimas horas objetivos de la organización terrorista Hezbollah en respuesta a los disparos efectuados hoy desde territorio libanés, junto con ataques con fuego de artillería y tanques”. Un eco de la tensión que, sin duda, resuena en cada rincón de la región.
Por su parte, Hezbollah no se quedó callado y afirmó que bombardeó «19 posiciones y puntos militares sionistas con misiles teledirigidos, bombardeos de artillería”. Una escalada de ojo por ojo, que mantiene a toda la región en vilo.
Sin embargo, este conflicto ha dejado un saldo lamentable. La Agencia Nacional de Noticias del Líbano ha confirmado la muerte de cuatro personas debido a los bombardeos israelíes, mientras que Hezbollah lamentó la pérdida de otro de sus combatientes. Al otro lado de la frontera, Israel no ha salido ileso: ocho soldados y un civil han perdido la vida.
El ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, expresó sus preocupaciones durante una visita al contingente de su país en la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL), afirmando que el Líbano “no necesita una guerra” con Israel y alertando sobre el potencial «efecto de escalada en toda la región”.
Todo parece indicar que esta no es una historia con final a la vista. Mientras tanto, la comunidad internacional se mantiene expectante, esperando que la situación no desencadene en una conflagración regional más amplia.