En busca de estabilidad, el gobierno italiano tantea una reforma constitucional, pero se topa con una oposición recelosa.
En un intento por atajar el carrusel de cambios en el Ejecutivo, Italia se lanza a la arena de la reforma constitucional. El Consejo de ministros dio luz verde a un proyecto que busca que los electores elijan directamente al Primer Ministro. Pero, como en toda trama política que se respete, la oposición no se quedó de brazos cruzados y ya afinan sus argumentos contra la propuesta.
Giorgia Meloni, la Primera Ministra, se paró frente a los micrófonos y dejó claro que la reforma busca garantizar una legislatura completa para el elegido, una meta que parece esquiva en el terreno político italiano. «Nuestro objetivo es garantizar que quien sea elegido por el pueblo pueda gobernar durante una legislatura», dijo Meloni, quien no dudó en calificar la reforma como “la madre de todas las reformas que se pueden hacer en Italia”.
Meloni no ocultó su frustración al recordar que Italia ha tenido 9 primeros ministros y 12 gobiernos en los últimos años, una danza de sillas que, a su juicio, no hace sino evidenciar que algo anda mal en el sistema. La reforma, si ve la luz, modificaría cuatro artículos de la Constitución y, entre otras cosas, permitiría que un parlamentario de la mayoría ocupe el cargo de Primer Ministro en caso de dimisión o moción de censura, tras superar un voto de confianza, pero sólo una vez. Un intento por ponerle freno a la inestabilidad, al menos, eso es lo que se vende desde el gobierno.
Actualmente, el juego político en Italia funciona de manera que los electores votan a los partidos políticos o coaliciones, quienes luego proponen un candidato para primer ministro al presidente de la República. El cambio que propone la reforma es grande, pero no todos compran la idea. La oposición teme que esta reforma pueda debilitar las competencias del jefe del Estado.
Desde la trinchera opositora, las voces de desacuerdo resuenan. La secretaria del Partido Demócrata, Elly Schlein, ya adelantó que no apoyará el proyecto de ley, mientras que Riccardo Magi del partido +Europa lo calificó de “espantoso”. Y no se quedó allí, Magi acusó a Meloni de querer “transformar Italia en la Hungría de Viktor Orban”.
El camino hacia la reforma no será un lecho de rosas, y si no consigue el aval de dos tercios del Parlamento, la propuesta tendría que ser sometida a un referéndum popular. Un escenario que pone en el tapete la evolución de la democracia italiana y su búsqueda de estabilidad, una tarea nada sencilla en el complejo escenario político de la bota europea.