Las pruebas toxicológicas descartan las drogas iniciales sospechadas en la muerte de Perry, mientras sus proyectos y legado quedan en manos de sus allegados.
La comunidad artística y sus fans aún siguen digiriendo la trágica partida de Matthew Perry, pero lo cierto es que los ecos de su muerte resuenan más allá del entretenimiento.
Contrario a las especulaciones iniciales, las sustancias fentanilo y metanfetamina han sido descartadas de la ecuación por las pruebas toxicológicas, dejando la causa de su muerte en un limbo de expectativas y análisis pendientes.
«Los resultados probablemente estén listos de 4 a 6 meses», una espera que parece eterna para aquellos que buscan respuestas. Y mientras, la justicia intenta desentrañar los últimos capítulos de su vida, Perry ya había comenzado a escribir su legado a través de una fundación enfocada en ayudar a adictos, un reflejo de su propia batalla contra los demonios personales.
Si bien el actor no pudo ver cristalizado su proyecto, hay voces que no están dispuestas a dejar que su visión muera con él. Fuentes cercanas al actor aseguran que existe un movimiento para continuar con la fundación, un esfuerzo por mantener viva la pasión de Perry por ayudar a otros.
El vacío que deja Perry es innegable, y su muerte, lejos de ser un punto final, se convierte en una coma en la larga lista de artistas que han desaparecido en circunstancias similares.
Los resultados de la investigación determinarán si la historia de Perry será una advertencia o un llamado a la acción en la lucha contra la adicción. Por ahora, su legado pende de un hilo, esperando ser recogido y tejido en el tapiz de la ayuda humanitaria.