Crisis Judicial en Nicaragua: Hijo de Daniel Ortega entre afectados por la purga del Poder Judicial

DESPEDIDO

Camilo Ortega Herrera, hijo menor conocido de Daniel Ortega, despedido del Registro Público.

En una ironía del destino que no deja de sorprender, Camilo Daniel Ortega Herrera, hijo menor conocido del presidente nicaragüense Daniel Ortega, se convirtió en una de las víctimas colaterales de la barrida generalizada que sufre el poder judicial del país.

Después de más de una década de servicio en el Registro Público de la Propiedad Inmueble y Mercantil, Ortega Herrera fue despedido de su puesto de director de Informática, según el abogado Yader Morazán en X.

La crisis en el poder judicial de Nicaragua, que comenzó el 24 de octubre pasado con la ocupación policial de sus instalaciones y la destitución de unos 900 funcionarios, incluyendo al menos cuatro magistrados, apunta a una toma de control por parte de Rosario Murillo, esposa del mandatario y actual vicepresidente del país.

La purga, que ha afectado incluso a la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, doctora Alba Luz Ramos, ha sido descrita por Morazán como un ejemplo de la «ocupación de facto» de la justicia nicaragüense.

Camilo Daniel Ortega Herrera, cuyo nacimiento data del 15 de junio de 1978 y fue producto de la relación de Ortega con la comandante sandinista Leticia Herrera, ha vivido alejado del foco público. Descripciones de su vida, escasas y fragmentadas, emergen principalmente a través de informes de prensa como el de la revista Magazine, que lo caracteriza como un hombre reservado y poco comunicativo.

La historia personal de Ortega Herrera y su relación con sus padres —especialmente con su padre, quien ha forjado una familia con Rosario Murillo— destaca las complejidades de un legado familiar marcado por la política y la revolución. Aunque Herrera reconoció en una entrevista que Daniel Ortega se ha hecho cargo de su hijo, manifestó su descontento con el trato recibido por parte de la pareja presidencial.

El caso de Ortega Herrera ilumina no solo las dinámicas del poder en Nicaragua, sino también las repercusiones personales y familiares que surgen de la gestión política del país.

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