EMILY

El silencio de Emily: La niña liberada por Hamás que ahora sólo habla en susurros

Una niña de 9 años liberada en Gaza sufre secuelas psicológicas tras 50 días de cautiverio.

Emily Hand, una niña de nueve años, recientemente liberada tras 50 días de cautiverio a manos de Hamas, ha dejado de hablar en voz alta, limitándose a susurrar, según reveló su padre, Thomas Hand, al tabloide británico The Sun. La niña irlandés-israelí fue capturada en un kibutz cerca de Beeri el pasado 7 de octubre y sufre ahora las secuelas psicológicas de su experiencia.

Hand describió a su hija, que perdió a su madre a temprana edad, como una niña previamente alegre y ruidosa, transformada ahora en una figura silenciosa. La familia se enfrenta al desafío de ayudar a Emily a recuperarse de este trauma. Según Hand, la niña fue trasladada constantemente por sus captores para evadir al ejército israelí, aunque no sufrió abusos físicos.

El impacto psicológico de estos eventos en Emily es evidente. La doctora Galit Livni, del Hospital Infantil Schneider, que recibió a varios rehenes, comentó que, a pesar de que los niños no presentan enfermedades graves, los signos de su cautiverio son claros, tanto en su estado físico como nutricional.

El caso de Emily no es aislado. Eitan Yahalomi, otro niño liberado recientemente de Gaza, también ha sufrido efectos traumáticos. Su tía, Devora Cohen, relató a la televisión francesa cómo Eitan fue forzado a presenciar videos de atrocidades y amenazado con armas de fuego.

Estos testimonios subrayan el impacto devastador del conflicto en los niños, tanto físico como psicológico. La situación en Gaza sigue siendo crítica, con miles de bajas reportadas tanto por Hamas como por Israel desde el ataque del 7 de octubre.

La liberación de Emily y otros rehenes, como parte de un acuerdo entre Israel y Hamas, ha traído alivio a las familias afectadas. Sin embargo, la experiencia de estos niños resalta la urgencia de abordar las consecuencias psicológicas del conflicto en los más vulnerables. Las familias y las comunidades deben unirse para brindar apoyo a los afectados, mientras el mundo observa y reflexiona sobre los costos humanos de tales conflictos.