El autor destaca que siendo la crisis del agua un aspecto tan urgente para la población, ese ítem no sea el más significativo en los presupuestos públicos ni a nivel nacional, ni estadal o municipal.
Por Julio Castellanos
La plataforma independiente HumVenezuela hizo público su más reciente informe sobre la Crisis Humanitaria Compleja que padece el país. Los datos evidencian que la crisis persiste y que también ha empeorado, de hecho, los venezolanos tienen vidas cada vez más precarias y tales circunstancias tienen un impacto perdurable sobre el futuro de la sociedad, en particular, para la niñez. Invito a todos los ciudadanos a leer dicho informe y construir con esa lectura un criterio más informado de la realidad del país.
Ahora bien, entre tantos aspectos documentados en el informe de HumVenezuela, me parece destacable el relativo al acceso al agua en Carabobo. Según estos datos, 2.133.882 carabobeños, es decir, el 94,7% de la población del estado, debe recurrir a fuentes alternativas de agua para poder satisfacer sus requerimientos del vital líquido. El informe destaca que ese porcentaje “aumentó respecto del registrado en 2022”, las estrategias para hacerse de agua son variadas, muchas personas “transportan el agua a pie, la mayoría caminando largas distancias, la almacena en bidones o envases de pequeño tamaño, otros utilizaron la compra de botellones o pago de camiones cisternas, generalmente entre varias familias, asimismo, aumentó la proporción de personas que utilizan pozos subterráneos para abastecerse de agua. Muchos de estos pozos son construidos o gestionados de forma inadecuada por los lugares en los que se perforan, los métodos de tratamiento de agua y las interrupciones eléctricas que dañan las plantas de bombeo. Algunos otros usaron tomas públicas, agua recogida en manantiales, ríos o caños y la captación de aguas pluviales”.
Por más que me esfuerzo, esa descripción de lo que hacen nuestros ciudadanos para acceder al agua se me hace incompatible con los discursos del gobierno nacional que hablan de “progreso”, de “crecimiento”, de una “Venezuela potencia”, de “logros” y de “felicidad del pueblo”. Se me hace muy difícil no recordar que este diciembre pasado muchos alcaldes se dedicaron a las fiestas, a los conciertos, a los encendidos de luces, decretando celebrar la navidad así sea con sed.
Sin embargo, lo más trascendente es que siendo la crisis del agua un aspecto tan urgente para la población ese ítem no sea el más significativo en los presupuestos públicos ni a nivel nacional, ni estadal o municipal. En efecto, es muy probable que en el Estado Carabobo se invierta mucho más en la “masificación del tenis” que en la construcción o reparación pozos. Tan solo en el municipio Libertador, hay 100 pozos dañados de los 140 existentes, 70% del municipio se encuentra sin servicio de agua y ni Hidrocentro, ni la gobernación, ni la alcaldía anuncian un cronograma de obras para resolver ese problema. En otras palabras, 2 + 2 son 4, si no hay cronograma de ejecución de obras, no habrá obras, sin inversión en infraestructura hídrica no habrá agua. Pero jugaremos tenis.
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