Operaciones militares israelíes en Tulkarem elevan las bajas y agudizan el conflicto.
La ciudad de Tulkarem en Cisjordania se ha convertido en un foco creciente de tensiones en el conflictivo Medio Oriente, con una reciente escalada en operaciones militares israelíes que ha dejado al menos ocho palestinos muertos.
Las operaciones, que duraron 45 horas, se llevaron a cabo tanto en la ciudad como en sus dos campos de refugiados. Según informes, las fuerzas israelíes destruyeron casas y dañaron infraestructura vital. «Hemos destruido 400 explosivos y cinco fábricas de bombas, interrogado a cientos de sospechosos y detenido a 37 individuos», afirmó un portavoz militar israelí.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reafirmó la postura de su gobierno frente a la creciente militancia en Cisjordania, indicando que «Israel debe tener control de seguridad sobre todo el territorio al oeste del río Jordán», contradiciendo así la idea de un estado palestino soberano, una propuesta apoyada por la administración Biden.
En respuesta a los comentarios de Netanyahu, John Kirby, portavoz de seguridad nacional de EE. UU., expresó: «Obviamente lo vemos de manera diferente. Creemos que los palestinos tienen todo el derecho a vivir en un estado independiente con paz y seguridad».
Las acciones militares en la ciudad de Tulkarem han provocado respuestas mixtas. Algunos analistas argumentan que estas operaciones incitan a más personas a unirse a grupos militantes, en lugar de disuadirlos. Khalil Shikaki, director del Centro Palestino para la Investigación de Políticas y Encuestas, comentó: «Los civiles están siendo asesinados en estas redadas, lo que parece invitar a más personas a unirse a grupos militantes en lugar de lo contrario».
Este aumento en la militancia en Cisjordania se produce en un momento en que la solución política parece cada vez más lejana y la autoridad palestina ha perdido popularidad, en parte, debido a su coordinación de seguridad con Israel destinada a prevenir la violencia.
La situación actual en Cisjordania, particularmente en Tulkarem, plantea desafíos significativos tanto para la seguridad regional como para las perspectivas de paz a largo plazo en la región. Con un balance de bajas creciente y un aumento en la militancia, el futuro del conflicto y sus implicaciones para la población de la región sigue siendo incierto.