Una ciudadana ruso-americana enfrenta hasta 20 años de prisión por apoyar a Ucrania, en un contexto de crecientes detenciones por razones políticas.
El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (F.S.B.) ha anunciado el arresto de una ciudadana con doble nacionalidad, ruso-americana, acusada de cometer traición al estado por su apoyo financiero a Ucrania.
Según el F.S.B., la detenida, una mujer de 33 años residente en Los Ángeles, ha sido implicada en actividades de financiación a una organización ucraniana dedicada a la adquisición de armamento y equipamiento para el ejército ucraniano.
La arrestada, identificada en los medios rusos como Ksenia Karelina (o Ksenia Khavana, según su nombre de casada), ha sido acusada de traición por enviar un poco más de $50 a Razom for Ukraine, una ONG con sede en Nueva York que envía asistencia al país europeo.
El acto de Karelina, que podría parecer insignificante a primera vista, resalta la intensificación de las medidas represivas en Rusia contra cualquier forma de apoyo a Ucrania, especialmente tras la invasión a gran escala iniciada en 2022.
La detención se produjo en la ciudad de Yekaterinburg, donde Karelina fue arrestada a fines de enero y oficialmente acusada el 7 de febrero.
Este caso no solo arroja luz sobre las crecientes tensiones entre Rusia y Occidente, sino que también pone de relieve el uso de ciudadanos estadounidenses detenidos en Rusia como posibles monedas de cambio en el ajedrez geopolítico global.
El incremento en el número de casos de traición en Rusia es notable, con alrededor de 50 personas acusadas el año pasado, abarcando desde críticos de alto perfil del Kremlin hasta estudiantes por actos tan menores como fotografiar formaciones del ejército ruso. Este caso, en particular, ilustra la peligrosa intersección entre las leyes de seguridad nacional y la libertad individual en un período de creciente hostilidad internacional.
Karelina, quien recibió la ciudadanía estadounidense en 2021 y se identifica como estudiante en la Universidad de Maryland en Baltimore, ahora enfrenta un futuro incierto, con la posibilidad de hasta 20 años de prisión pendiendo sobre su cabeza. Su arresto y la acusación en su contra plantean preguntas críticas sobre la seguridad de los ciudadanos con doble nacionalidad y la extensión del alcance legal de Rusia más allá de sus fronteras.
Este caso, junto al rechazo de la apelación de Evan Gershkovich, corresponsal de The Wall Street Journal detenido bajo cargos de espionaje, subraya el creciente riesgo para los extranjeros en Rusia y la escalada de tensiones en las relaciones ruso-americanas.
(Con información de The New York Times)