Días antes de un histórico intercambio de prisioneros, la muerte de Alexei Navalny en prisión sacude los cimientos de la diplomacia internacional.
En un giro que nadie esperaba y que ha dejado al mundo en estado de shock, Alexei Navalny, el líder opositor ruso conocido por su firmeza ante el Kremlin, murió en prisión.
Este suceso ocurre en un momento crítico, justo cuando estaba por concretarse su canje por Vadim Krasikov, alias Vadim Sokolov, un ciudadano ruso condenado en Alemania por un crimen que ha despertado acusaciones de «terrorismo de Estado».
María Pevchij, una de las colaboradoras más cercanas a Navalny, rompió el silencio a través de Telegram, revelando detalles desgarradores sobre los últimos días de Navalny y las esperanzas truncadas de su liberación.
«Navalny debería haber sido puesto en libertad en pocos días, ya que nosotros logramos una decisión sobre su canje», afirmó Pevchij, en un mensaje que refleja la profundidad de la tragedia y la frustración de un equipo que veía la luz al final del túnel.
La trama detrás de este canje internacional involucraba a figuras condenadas por delitos de alto perfil, entre ellos el propio Krasikov, sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de Zelimkhan Khangoshvili, un ciudadano georgiano de origen checheno.
El caso, que Berlín ha calificado de «terrorismo de Estado», subraya la complejidad y la oscuridad de las relaciones entre Rusia y Occidente, con acusaciones cruzadas y negativas rotundas por parte de Rusia respecto a su involucramiento.
La noticia de la muerte de Navalny ha resonado en los corredores del poder y en las calles, donde su figura representaba una de las voces más críticas contra la corrupción y el autoritarismo en Rusia.
Pevchij, en su mensaje, no solo compartió el dolor y la indignación de un equipo y de seguidores que esperaban su retorno, sino que también puso sobre la mesa las vidas de «dos ciudadanos estadounidenses» detenidos en Rusia, que supuestamente formaban parte del acuerdo.
Aunque no se revelaron nombres, la especulación apunta hacia figuras como Evan Gershkovich y Paul Whelan, ambos negando los cargos de espionaje en su contra y clamando por su inocencia desde detrás de las rejas.