El autor considera que la hidra real puede ser vencida por la voluntad del pueblo, y una conducción política comprometida de verdad.
Por Fernando Egaña
La hidra mitológica era un monstruo de varias cabezas, que era muy difícil de vencer, pues si se le cortaba una sola cabeza, crecían más, y la única manera de acabar con la hidra era de un tajo, descabezando al monstruo…
Cosas parecidas ocurren con los despotismos depredadores que destruyen a los países. Es muy difícil acabarlos por partes, pasito a pasito. Hace falta el tajo definitivo para que queden atrás, como una pesadilla maligna.
Cierto que ello puede llevar tiempo, pero no lo es menos que ése debe ser el objetivo, para que un proceso de liberación y salvación nacional pueda abrir caminos de reconstrucción.
La democracia política, la renovación económica, la justicia social, la seguridad pública, no son secciones separadas, sino que forman parte inseparable de un todo. Son indivisibles.
La represión, la violación de derechos humanos, la catástrofe humanitaria, la mega-corrupción, los vínculos con la criminalidad organizada, tampoco son partes diferentes de un conjunto. No. Son el conjunto mismo: el despotismo depredador.
Si lo tenemos claro, hay motivos para la esperanza. Si nos negamos a ello, por intereses impresentables o por ingenuidades sospechosas, se beneficia la hidra monstruosa que aprisiona a la nación.
La Hidra de Lerna, la mitológica, la descabezó Heracles. La hidra real puede ser vencida por la voluntad del pueblo, y una conducción política comprometida de verdad.
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