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El Vaticano y su firme posición: «Dignidad infinita» contra la confirmación de género y la gestación subrogada

En un mundo en constante cambio, el Vaticano se mantiene firme en sus principios, rechazando prácticas como la confirmación de género y la gestación subrogada en su última declaración, «Dignidad Infinita».

En una era marcada por debates sobre la identidad y los derechos individuales, el Vaticano ha emitido una declaración contundente que reafirma su posición en temas de moralidad y ética contemporáneas. «Dignidad Infinita», un documento que ha estado en el horno durante cinco años y fue recientemente aprobado por el Papa Francisco, coloca las operaciones de confirmación de género y la gestación subrogada junto al aborto y la eutanasia como amenazas graves contra la dignidad humana.

Esta declaración de 20 páginas, que salió a la luz el lunes tras una profunda revisión en los últimos meses, no deja lugar a dudas sobre la postura de la Iglesia respecto a la «teoría de género» y la idea de que el género puede ser una elección o cambiar a lo largo del tiempo. Según el documento, Dios creó al hombre y la mujer con diferencias biológicas intrínsecas, y cualquier intento de alterar este diseño divino es visto como una interferencia en el plan de Dios para la humanidad.

El Vaticano, sin embargo, hace una distinción importante entre las cirugías de transición, que rechaza, y las condiciones intersexuales presentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, las cuales acepta sean «resueltas» con ayuda médica.

La publicación de «Dignidad Infinita» llega en un momento de tensión entre las corrientes conservadoras y progresistas dentro de la Iglesia. El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio de la Doctrina de la Fe y cercano colaborador del Papa, había anticipado la existencia del documento, que se rumoreaba desde 2019. Este movimiento es interpretado por algunos como un gesto hacia los sectores más conservadores, especialmente después de la controversia generada por un documento anterior que autorizaba las bendiciones a parejas del mismo sexo, generando críticas en varios sectores de la Iglesia, particularmente en África.

A pesar de su firme rechazo a la teoría de género, el Vaticano también señala su desacuerdo con las legislaciones que penalizan la homosexualidad, alineándose con comentarios previos del Papa Francisco, quien afirmó que «ser homosexual no es un delito». Este enfoque intenta navegar las aguas turbulentas entre la doctrina tradicional y la necesidad de un enfoque más compasivo y humano hacia las cuestiones de identidad y orientación sexual.