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Exembajador de EE.UU. sentenciado a 15 años por espionaje para Cuba

Víctor Manuel Rocha, exdiplomático estadounidense, recibe una condena severa tras declararse culpable de actuar como agente ilegal de Cuba durante cuatro décadas.

Este viernes en Miami, una corte federal dictaminó una sentencia de 15 años de prisión a Víctor Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos en varios países latinoamericanos, tras declararse culpable de actuar como agente ilegal del gobierno cubano. La jueza Beth Bloom también impuso una multa de medio millón de dólares, en una audiencia que duró aproximadamente cuatro horas y que estuvo marcada por el clamor de una condena máxima por parte de manifestantes del exilio cubano.

«Mientras ocupaba varios altos cargos en el Gobierno de Estados Unidos, Rocha actuaba en secreto como agente del gobierno cubano. Esa es una asombrosa traición al pueblo estadounidense», expresó el fiscal David Newman durante una rueda de prensa al final de la audiencia. La sentencia se produce después de un acuerdo de declaración de culpabilidad entre Rocha y el gobierno de EE.UU., que fue objeto de críticas por parte de los familiares de víctimas de la dictadura cubana.

Ofelia Acevedo Maura y Rosa María Payá Acevedo, viuda e hija del fallecido líder opositor cubano Oswaldo Payá, expresaron en una carta su preocupación por los términos del acuerdo, que según ellas, «sienta un precedente peligroso en casos de esta magnitud» al eliminar la discreción judicial para «abordar el alcance total del daño causado» por el acusado.

Rocha, de origen colombiano y 73 años de edad, fue arrestado en diciembre pasado en Miami. Durante su carrera diplomática, que incluyó un período como embajador en Bolivia entre 2000 y 2002, Rocha ocupó puestos clave que le proporcionaron acceso a información sensible. Según las autoridades, utilizó esta posición para influir y afectar la política exterior estadounidense a favor de Cuba.

La denuncia federal reveló que Rocha confesó haber trabajado para Cuba en reuniones con un agente encubierto del FBI, donde se refirió a Estados Unidos como «el enemigo» y elogió a Fidel Castro, al que llamó «el Comandante». Estas revelaciones no solo han puesto de relieve la extensión de su espionaje, sino también el impacto potencial en la seguridad nacional de EE.UU.

La sentencia de Rocha cierra un capítulo en las complicadas relaciones entre Estados Unidos y Cuba, subrayando la continua vigilancia contra las amenazas de espionaje y la importancia de la seguridad nacional. La comunidad del exilio cubano, particularmente afectada por este caso, sigue de cerca las implicaciones de esta condena y su efecto en la política hacia la isla.