En su primer discurso como mandatario, Mulino aboga por una solución que respete los derechos humanos, mientras genera preocupación en Colombia.
En su primer discurso tras ser proclamado presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino se ha comprometido a poner fin a lo que describió como la «odisea del Darién», un área que ha sido centro de intensa actividad humana y migratoria. Durante la ceremonia, Mulino expresó su deseo de cerrar esta región selvática, que actúa como frontera natural entre Panamá y Colombia, a través de un proceso de repatriación organizado y respetuoso de los derechos humanos.
«Vamos a iniciar, con ayuda internacional, un proceso de repatriación con todo el apego de los DD. HH. de todas las personas que están allí», declaró el presidente electo, resaltando que esta medida busca enviar un mensaje claro a aquellos que consideran el paso por el Darién como una vía hacia Norteamérica.
Sin embargo, esta propuesta ha generado reacciones en Colombia, donde Johann Wachter, secretario de Gobierno de la Alcaldía de Necoclí, Antioquia, expresó su preocupación. Wachter teme que la implementación de esta política por parte de Panamá provoque un represamiento de migrantes en territorio colombiano, recordando situaciones pasadas donde esto ha generado caos local.
El desafío migratorio en el Darién no es menor. Según datos del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá, en los primeros tres meses del año, al menos 118 mil migrantes cruzaron esta selva, cifra que destaca la magnitud del desafío que enfrenta la región.
El enfoque de Mulino hacia la migración en el Darién, si bien es audaz, plantea interrogantes sobre su viabilidad y las implicaciones humanitarias y políticas de tal estrategia, especialmente en un contexto de creciente migración debido a factores como las elecciones en Venezuela y otras presiones socioeconómicas en la región.