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Trump, Musk y la geopolítica de la controversia: Elogios a autócratas y promesas de deportación masiva

En una charla que comenzó con fallas técnicas y terminó con acusaciones incendiarias, Donald Trump no escatimó en defender a líderes autoritarios ni en criticar a sus rivales políticos.

Lo que empezó como una conversación con tintes apocalípticos entre Donald Trump y Elon Musk en la red X, se transformó rápidamente en un espectáculo de declaraciones explosivas, donde el expresidente de EE.UU. dejó claro que sus simpatías políticas no conocen fronteras.

En un movimiento que dejó a muchos perplejos, Trump alabó la «eficiencia» del gobierno de Nicolás Maduro al asegurar que la delincuencia en Venezuela se redujo un 72 % gracias a que «el Gobierno ha vaciado el 50 % de las cárceles y enviado a Estados Unidos a asesinos, violadores y delincuentes». La afirmación, por supuesto, carece de pruebas verificables, pero encaja perfectamente en la narrativa que Trump ha utilizado para avivar las llamas de su retórica antiinmigrante.

Trump también dejó claro que su relación con líderes como Vladímir Putin y Xi Jinping no solo es amistosa, sino estratégica. «Conozco a cada uno de ellos. Mantener buenas relaciones con ellos es beneficioso, no perjudicial. Ellos son astutos, son fuertes y trabajan arduamente para garantizar la seguridad de sus naciones», afirmó con la seguridad de quien se siente en control de la situación global.

Pero la charla no estuvo exenta de dificultades técnicas. La entrevista arrancó con 40 minutos de retraso, lo que Musk atribuyó a un ciberataque masivo que, según él, fue un intento de silenciar su plataforma. Una vez superados los obstáculos, la conversación se encaminó hacia temas más espinosos, como la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea. «Se aprovechan de nosotros en el comercio, mientras nosotros proporcionamos defensa a través de la OTAN», señaló Trump, dejando entrever que la balanza económica global no está, a su juicio, equilibrada.

El expresidente también se mostró sorpresivamente optimista en cuanto a las tensiones entre Irán e Israel, asegurando que «todo el mundo está anticipando un ataque de Irán, pero les aseguro que Irán no llevará a cabo una agresión». Una declaración que, en un contexto donde la volatilidad de Medio Oriente es un tema constante, resuena más como un acto de fe que como una estrategia calculada.

Entre otros temas discutidos, Trump dejó claro que su agenda para un posible segundo mandato incluiría la implementación de un sistema de defensa inspirado en la Cúpula de Hierro israelí y la mayor deportación en la historia de Estados Unidos. «Si ganan los demócratas, vendrán 50 o 60 millones de personas de todo el mundo. Ya estamos desbordados. Conmigo tendremos la mayor deportación de nuestra historia», prometió.

El intercambio, que incluyó una dosis de adulación hacia Musk, culminó con duras críticas a la administración actual, describiendo a Joe Biden como «el peor presidente de la historia» y calificando a Kamala Harris como “una radical de San Francisco”. Como era de esperar, el equipo de Harris no tardó en reaccionar, descalificando tanto a Musk como a Trump por ser «ricos obsesionados consigo mismos» y alejados de las preocupaciones reales de la clase media.