José Manuel De Los Ríos, un nombre largo, más en trayectoria y legado que en palabras mismas. El ilustre maestro y médico venezolano que hoy día da el nombre al conocido Hospital de Niños ubicado en la parroquia San Bernardino de la capital venezolana, formó parte de la Academia Venezolana de la Lengua y también de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, una hoja de vida que se completa con su participación como fundador del Colegio de Médicos de Venezuela.
Se puede mencionar, además, que formó parte del equipo médico de José Antonio Páez, fue cirujano mayor del ejército de Julián Castro y también en la Revolución Azul, donde acompañó a José Tadeo Monagas. Una historia sustanciosa para un médico graduado en la Universidad Central de Venezuela, que también fue cofundador de El Americano, periódico donde publicó algunos artículos médicos en la época en la que sus letras crearon Tratado elemental de higiene pública y privada (1874), además de La Revista Clínica de Los Niños Pobres (1888).
Más que hablar del doctor Ríos, lo anterior sirve como un abrebocas de lo que significa el nombre actual del antiguo Hospital Municipal de Niños de Caracas, recinto de luz médica hace algunos años, ejemplo latinoamericano y mundial en intervenciones y tratamientos, un verdadero nido de luces convertido en un rincón sombrío en nuestros días.
Gestado en dictadura
El Hospital JM de Los Ríos, fundado en el ya lejano 1937, fue creado bajo órdenes del presidente encargado para la época, Juan Bautista Pérez, interino de Juan Vicente Gómez, que ordenó edificar a través de una resolución de 1929 el recinto en una zona cercana al Hospital Vargas.
Conocido como Hospital de Pirineos, la infraestructura fue mudada a su ubicación actual en busca de mayor espacio debido a la gran demanda que presentaba esta unidad médica capacitada y altamente efectiva para la época, más aún al tratarse del lugar especializado en atención infantil.
Un año después de la muerte de Gómez, las puertas del hospital fueron abiertas de manera formal el 25 de diciembre de 1936, paso previo a su comienzo de operaciones en el año siguiente y, desde allí, se convertiría en la casa de atención por excelencia en casos infantiles del país, llegando incluso a recibir pacientes y casos particulares del exterior.
Atención médica infantil en picada
Debido a la ubicación de Venezuela, en pleno Caribe, la medicina nacional está expuesta a virus y enfermedades atípicas en el mundo, desde las transmitidas por insectos propios de la zona, hasta el entorno ambiental. Esto fomentó el desarrollo del área profesional y, al ser la edad infantil la más propensa a contagios, enfermedades y virus, el Hospital De Niños fue durante años cuna de atención, de prestigio y resultados convincentes.
Entre doctores, postgrados y casos exitosos, la reputación del que fue considerado entre los mejores hospitales infantiles de Latinoamérica en algún momento, aumentó de manera considerable. Realidad distante en extremo a la actual.
Si bien los hospitales siempre se han distanciado en cuanto a lujos y alcance a las clínicas, este espacio público siempre contó con especial mimo incluso de la sociedad, al tratarse de una institución dedicada de manera exclusiva a la población infantil.
En 2016, Cecodap (ONG nacional), con previo análisis, afirmó que los infantes presentes en el JM de Los Ríos debían ser atendidos con rapidez e, incluso, prioridad, debido a la escasez medicinal presente en Venezuela, causal de muertes innecesarias en pacientes renales y oncológicos principalmente.
Un poco más atrás, en 2015, PROVEA indicó por medio de su informe anual haber recibido casi 4 mil denuncias provenientes de este hospital, en las que las deficiencias y carencias en tema de insumos y medicinas ha sido consistente y de conocimiento público.
Tres años en decadencia apresurada
Omaira Cruz, enfermera de la torre de consulta del JM de Los Ríos, quien labora desde hace 13 años para la institución, detalló cómo se ha deteriorado la atención en este centro de salud.
En exclusiva para El Nuevo País y Zeta, Cruz apuntó que, en sus inicios como profesional del JM de Los Ríos, los insumos eran suministrados en su totalidad por el hospital a los pacientes, sin generar ningún costo para los familiares.
Asimismo, enfatizó que la fuga de talento médico ha contribuido a la decadencia del sistema de salud y sumó esto al deterioro de la infraestructura.
“Antes se pedía requisición en dirección de los materiales que hicieran falta y habían, ahora no hay nada”, expresó la enfermera, quien sentenció que la crisis en la institución se agudizó desde hace tres años, en los que han estado al frente al menos cuatro directores.
En esto coincidió Lidibel Marín, madre de Yorgelis Velásquez, quien desde hace 14 años es tratada en la institución por el Neuroblastoma que padece.
Marín señaló a El Nuevo País y Zeta que desde el 2013 se ha incrementado el detrimento en que se ha sumergido el Hospital de Niños, teniendo una primera caída a partir del 2010.
“No queda nada de lo que era el hospital (…) No se perdían tantas vidas”, apuntó la margariteña. Ella y su hija fueron referidas al Hospital Central de Nueva Esparta bajo medicina paliativa –para dolores oncológicos- en el mes de julio, luego de que permaneciera por meses en tratamiento.
Recordó que cuando Yorgelis ingresó al hospital no faltaban las medicinas, suministradas por el mismo centro de salud, además de que había entre cinco y seis médicos adjuntos y se podían realizar los exámenes dentro de la institución.
“El monstruo más grande que está viviendo en Venezuela”
Marín responsabilizó de la situación del JM de Los Ríos a la política. “Es el monstruo más grande que está viviendo en Venezuela, es la destrucción”, enfatizó.
Aseguró que las fallas del centro de salud se observan cuando eres paciente frecuente y empiezan a faltar insumos indispensables como inyectadoras y yelcos.
La enfermera Cruz también responsabilizó a la política por la situación del país. Afirmó que la inadecuada gestión administrativa y la prevalencia de factores políticos ha mermado en la atención que debe brindar el centro hospitalario.
Cuatro años sin reactivos para orina y heces
Cruz aseveró que en el mes de agosto se reactivó el servicio de laboratorio en el hospital. Desde hacía cuatro años, aproximadamente, no se realizaban exámenes de orina y heces por no contar con los reactivos.
De igual manera, no está funcionando el servicio de rayos X y los pacientes, quienes en muchas oportunidades son de bajos recursos, provienen del interior del país o se les dificulta la movilidad, deben acudir a centros de salud privados o a otros hospitales de la capital y sus alrededores.
Desde papelería hasta vacunas: Las necesidades
Cruz enumeró las necesidades que deben ser cubiertas de manera inmediata en el hospital JM de Los Ríos.
Desde el mantenimiento a los ascensores, las filtraciones, material de papelería, hasta nebulizadores, reactivos, quimioterapias, antibióticos endovenosos y vacunas Estas representan algunas de las carencias que mantiene el centro de salud infantil.
Igualmente, destacó la insuficiente preparación que posee el personal de mantenimiento para desempeñarse en el hospital, pues no están dotados de las condiciones e implementos requeridos para lograr la salubridad necesaria.
Mientras Yorgelis Velásquez estuvo recluida en el JM de Los Ríos durante los últimos meses, tuvo carencias en el suministro de quimioterapias, antibióticos, estimulantes, medicina paliativa y anticoagulantes, siendo estos últimos los que dejaron de aplicarle desde el 2016 por la escasez y los cuales aún requiere recibir, refirió su madre.
Rescatar la vocación
Omaira Cruz narró cuál ha sido la situación más contundente que le ha tocado vivir: “Hace un mes no había gas para radioterapia y un paciente de 10 años lloraba porque quería que le aplicaran su tratamiento”.
Sin embargo, y a pesar de denotar inseguridad, Cruz manifestó que, como algo positivo, rescata la vocación de los médicos y enfermeras que aún se mantienen en servicio dentro del hospital.
La enfermera consideró que la política ha jugado un rol importante en la administración del centro de salud, a lo cual le atribuye su deterioro generalizado.
Por su parte, Marín no apuesta por rescatar ningún elemento del JM de Los Ríos, mostrando, al igual que Cruz, inquietud al referirse a la atención médica, sobre la cual prefirió no argumentar.
Voluntariados brillan en la oscuridad
Las cosas poco han cambiado. Si bien los recintos públicos siempre han tenido la presión de la masa en cualquier detalle, las carencias o fallas presentes en este recinto se intensifican con el paso de los días, donde pacientes oncológicos se ven ayudados por fundaciones, asociaciones y voluntarios como solución a su cuadro patológico, ya que se dificulta encontrar una ampolla de quimioterapia, de morfina, una inyectadora, incluso, un simple envase de alcohol.
Sin embargo, por momentos, el Hospital de Niños sonríe. Entre fundaciones, voluntarios, payasos de hospital, asociaciones y héroes anónimos, han brindado una mano sólida a los pacientes que allí hacen vida, como el peculiar caso de Yorgelis, quien a su corta edad recibió la noticia de un tumor que afectaba su médula y hoy, con casi 19 años, es reconocida por muchas de las instituciones que allí aportan un grano de arena como una fuerte guerrera que sigue adelante con su lucha.
Sin embargo, muchos padres de pacientes, familiares, trabajadores y extrabajadores del recinto, aseguran que, a pesar de las donaciones externas y la ocasional atención prestada por los canales gubernamentales, la atención y eficiencia ha desmejorado en extremo con el pasar de los años, haciendo cualquier falla pasada algo insignificante ante la situación actual en el hospital.