Para Venezuela, 2017 fue un año de agitación. Tras bloquear la celebración del referendo revocatorio al margen de la ley, el régimen se envalentonó y quiso acabar de una vez por todas con la Asamblea Nacional ordenando a su Tribunal Supremo de Justicia que asumiera funciones parlamentarias. No previeron -nadie lo hizo-, que sería el detonante para cuatro meses de protestas que dejaron 157 muertos, casi 3000 detenidos, miles de heridos y una ola de descontento no solo hacia la dictadura sino hacia la oposición.
En medio de esas protestas, se celebró una Asamblea Nacional Constituyente que pretende servir de órgano rector de la República por encima de todos los poderes legítimamente constituidos. Su origen fraudulento hace que esa agrupación, que no se ha encargado de redactar una nueva Constitución sino de ser un Congreso del partido de Gobierno con capacidad de mando sobre todo el Estado, no sea reconocida mundialmente salvo por algunos pocos países que todavía le hacen la corte al régimen venezolano. Eso es un problema para Nicolás Maduro. En el fondo, esa Constituyente fue ideada para sortear el bloqueo del parlamento legítimo a más endeudamiento. Si no es reconocida extra muros, de nada sirve.
Ante ese atropello que volvió polvo los vestigios de democracia en Venezuela, una voz ha destacado mundialmente en la denuncia de este hecho. Se trata de Luisa Ortega Díaz, la Fiscal General que lleva años marcando distancia ante el régimen pero que este año alzó, definitivamente, su voz. Primero, lo hizo defendiendo a la Asamblea Nacional ante la intentona de Maduro de que el TSJ asumiera las funciones parlamentarias. Luego, se convirtió en paladín de la todavía vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela cuando Maduro anunció su fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente. Esa férrea posición de Ortega no sería perdonada por el madurismo: fue destituida ilegalmente por el organismo que rige a Venezuela al margen de la ley. Sin embargo, ante los ojos de las instituciones mundiales y de todos los demócratas, sigue siendo la Fiscal General de la República.
Ortega fue brutalmente perseguida por las fuerzas represoras venezolanas. Pudo escapar y ya se encuentra instalada en Bogotá, desde donde opera con un equipo leal que trasladó a la capital colombiana las investigaciones del Ministerio Público. La Fiscal General no se fue con las manos vacías, por lo que en su poder están los casos de corrupción más sonados que se presume empapan a los más altos jerarcas del régimen. Su trabajo no ha cesado y lo articula con sus colegas de España, Colombia, Brasil, etc, por lo que contribuye de forma determinante en el cerco efectivo al madurismo. Sin desmerecer el trabajo de dirigentes demócratas que han creado conciencia política mundial sobre la crisis venezolana, son las pruebas del quebrantamiento de la legalidad mundial lo que hará efectiva esa preocupación de la comunidad internacional.
Por otra parte, Ortega es parte fundamental del sismo que sacude al chavismo. Pendientes de la espectacularidad de las diferencias en el seno de la oposición, se nos olvida que este año el madurismo ha tenido que enfrentar un terremoto interno comandado por figuras tan importantes para el oficialismo como el ex ministro del Interior Miguel Rodríguez Torres, el ex presidente de PDVSA Rafael Ramírez y la propia Fiscal General.
Todos los años, el Consejo Editorial elige a quien considera el Personaje del Año. En el 2017, elegimos a Luisa Ortega Díaz. El próximo domingo 10 de diciembre, publicaremos por esta vía la primera de dos entregas de una entrevista que le hicimos en Bogotá. En la primera parte, la Fiscal General tratará temas de actualidad política como los casos de corrupción que investiga, su actuación en casos como el de Leopoldo López o Antonio Ledezma, las diferencias en el seno del régimen, la posibilidad de que la Asamblea Nacional nombre un nuevo CNE, la actuación del TSJ en el exilio, sus denuncias ante la Corte Penal Internacional en La Haya, entre otros. En la segunda parte, que saldrá el viernes 15 de diciembre, conoceremos más a un personaje sobre el cual todavía hay mucha confusión. ¿En dónde se ubica ideológicamente? ¿Cuál es su posición en cuanto al chavismo? ¿Cuáles fueron sus errores a la hora de frenar el autoritarismo? ¿Cuándo empieza el distanciamiento con el Palacio de Miraflores? ¿Cuál es su mensaje a la oposición que todavía la ve con suspicacia?
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