Por .- Alberto D. PrietoMarta Lucía Ramírez puede ser la primera mujer presidenta de Colombia. Y aunque eso no tenga una trascendencia real en las políticas que aplicaría su Administración, sí visualizaría una de las circunstancias que hoy la sociedad colombiana mira con verdadera ansia: el cambio. Una de las democracias más asentadas de toda Latinoamérica siente que las elecciones del año que entra, 2018, son la oportunidad de dar un paso adelante.Con una economía que no aprovecha la oportunidad de la pacificación, con una pacificación que no convence a más de la mitad del país, con un país que viene de más de medio siglo de extorsiones, secuestros, asesinatos y narcotráfico institucionalizado y, además, con una clase política que parece siempre la misma, Marta Lucía Ramírez (Bogotá, 1954) presenta durante su entrevista en Bogotá con la Revista Zeta y OKDIARIO un discurso muy elaborado, producto de su experiencia dilatada en el sector privado y una vocación casi natal por ser presidenta de su país.
Aspira a la candidatura del Partido Conservador de Colombia (PCC) que lidera el ex presidente Andrés Pastrana y que se ha aliado con el Centro Democrático (CD) de otro ex jefe de Estado, Álvaro Uribe. Aún tiene que superar al ex procurador Alejandro Ordóñez, el otro aspirante del PCC y luego vencer al elegido por los uribistas, Iván Duque. Cada uno con su carisma, buscan lo mismo, darle la vuelta de arriba abajo a la labor del saliente Juan Manuel Santos.
Ni se aprovechó la bonanza petrolera ni el acuerdo con los narcoterroristas de las FARC —además del inminente con la otra guerrilla, la del ELN— ha calmado los ánimos de una sociedad que se sabe llamada a ser líder de la región. Más cuando la amenaza al otro lado de la frontera es más que presente: la dictadura narcochavista de Venezuela es una distorsión diaria en el país y Ramírez sabe que ésta es su oportunidad para ponerle cara a una nueva Colombia, decidida y ordenada.
PREGUNTA.– Usted fue número dos de Juan Manuel Santos como ministro de Comercio. ¿Es el mismo hombre?
RESPUESTA.– Yo realmente creo que es más ambicioso y con menos escrúpulos en lo que tiene que ver con el cumplimiento de la ley y el respeto al Estado de Derecho
P.– ¿Cree usted que en Colombia hay una crisis institucional tal que recomiende algún tipo de reforma constitucional?
R.– Yo creo que la crisis es de confianza, derivada de la debilidad institucional. Porque lamentablemente, desde el Gobierno se ha hecho de todo para lograr el apoyo a un proceso de paz que tiene el rechazo de más de la mitad de los colombianos. Esta debilidad institucional es preocupante y hay que concentrarse en fortalecer la institucionalidad, sobre todo la Justicia, la separación de poderes, el Congreso…
P.– Dicen que usted quiere ser presidenta de Colombia desde pequeñita. ¿Es así? ¿Por qué?
R.– Tengo claro que mi vocación es servir a este país, y que no me siento satisfecha con la manera en que Colombia se desempeña. Este es un país que tiene muchas más potencialidades que las que hemos desarrollado hasta ahora. Siento que el país ha estado mediocremente administrado. Hay que administrarlo con un criterio de excelencia, con una visión mucho más ambiciosa de lo que puede el desarrollo lograr por cada uno de los colombianos. Acá cuando hablamos de darle a la gente oportunidades siempre se está pensando qué tanta limosna les dan, o subsidio… Y yo cuando pienso en ayudar a la gente pienso en qué tantas más oportunidades de educación, de darle trabajo, de que acá se tenga una vida digna y con más bienestar.
P.– Hasta ahora, todos los presidentes han sido hombres. ¿Usted le da alguna importancia a su condición de mujer para aspirar a la Presidencia de Colombia?
R.– Yo creo que el ser mujer me da una sensibilidad especial que no han tenido los hombres. Las mujeres, en general, tenemos una naturaleza mucho mas del cuidado, de la protección. Y siento que esta sociedad necesita que haya más cuidado por el ser humano y protección de la institucionalidad. Colombia necesita que se la gobierne sin egos, sin vanidades, con una visión de largo plazo, más trascendente. No entender el poder como el punto de llegada, sino como un instrumento para que el punto de llegada sea el verdadero desarrollo de los colombianos.
P.– ¿Qué condiciones tiene que reunir el próximo presidente de Colombia?
R.– Primero que todo, tiene que ser una persona con una gran serenidad de espíritu, una gran responsabilidad. Con el pretexto de la paz este Gobierno pisoteó la Constitución, desconoció las instituciones, dividió a los colombianos, a los partidos, a las familias. Entonces, quien llegue a la Presidencia debe tener esa gran responsabilidad de tratar unir al país. Segundo, tiene que ser una persona preparada, que conozca la economía. Porque la economía colombiana hoy por hoy está en una situación muy difícil, de gran debilidad, hay casi anemia. Porque el crecimiento que hemos podido tener no se tuvo ¡por pura indolencia! Porque en el momento que tuvimos la bonanza petrolera, en lugar de haber invertido, en lugar de haber promovido cadenas industriales, impulsado el sector agrícola, la agroindustria… se dedicaron a gastar a manos llenas, a aumentar la burocracia, el gasto, la contratación. Tiene que ser alguien que conozca el sector productivo y las oportunidades tanto en el mercado interno como en el internacional. Yo me he preparado en eso durante mucho tiempo. Porque mi vida no ha sido la política: ha sido mi decisión reciente, durante los últimos 10 años, pero anteriormente son muchos años en el sector privado, en el sector financiero, en el industrial. Y por esta razón tengo esta gran capacidad, de verdad, de recuperar económicamente a Colombia.
P.– ¿Algo más?
R.– Sí. Lo tercero es la lucha contra la corrupción. Este país tiene que encontrarse a sí mismo, recuperar los valores, volver a lo básico, entender que el fin no justifica los medios. Que ni el pretexto de la paz justifica pisotear y trapear con la Constitución ni ningún objetivo justifica desconocer a los demás, ni pisotear ninguna ley. Yo soy abogada y me preocupa terriblemente que el desconocimiento de la ley por parte de los mandatarios es lo que abre el camino para el populismo, para la anarquía, para un autoritarismo el día de mañana. Por eso yo creo que la lucha contra la corrupción va de la mano con el respeto a la institucionalidad. No se justifica, para tener apoyos en el Gobierno, para tener gobernabilidad, estar comprando a los congresistas a punta de burocracia y de contratación, que es lo que hemos visto por mucho tiempo.
P.– ¿Qué haría usted con el acuerdo entre el presidente Santos y el líder narcoterrorista de las FARC Timochenko?
R.– Reformalo. Lo he dicho muchísimo veces. Pensar en destrozar el acuerdo es una insentatez. De ese acuerdo lo rescatable es que hay un grupo de hombres desmovilizados, ya no sabemos cuántos… En todo caso, ni por 6.000 ni por 10.000 ni por 20.000 se justificaba pisotear la Constitución. Pero por 3.000, 4.000 o 5.000 sí se justifica preservar una parte del acuerdo. Lo que hay que reformar es, primero, cualquier riesgo para la propiedad privada. En el acuerdo se prevé la expropiación cuando quiera que alguien —no se sabe quién ni en qué condiciones— defina que la tierra en Colombia está indebidamente utilizada. En segundo lugar, hay que hacer reformas respecto al narcotráfico: las FARC no hace ningún compromiso real ni concreto de abandonar su actividad de narcotráfico, ni de entregar las rutas, ni de entregar información de todo el movimiento desde Colombia hacia Venezuela y para otros destinos. En tercer lugar, hay que hacerle reformas a la participación en política: sobre todo porque la Constitución colombiana preveía que nadie que haya sido condenado por cualquier delito podía acceder a un cargo de elección popular. Pues bien, este acuerdo ha permitido que los que tienen un prontuario de muchos crímenes de lesa humanidad ¡puedan ser elegidos a la Presidencia y al Congreso! Primero, que paguen su condena, que se reconcilien con la sociedad colombiana; y después que aspiren a ver si el país los elige. Pero no como están haciendo ahora, que primero se elige y después van a ver si es que dicen la verdad.
P.– ¿Alguna otra reforma importante?
R.– La protesta civil. La están manipulando dentro del acuerdo para convertir la protesta en un mecanismo de hacer política, para hacer perder la gobernabilidad al próximo Gobierno. Lo que ya hicieron el año antepasado: paros campesinos, paros de transportadores, tratar de bloquear el país y de esta manera hacer colapsar el Estado.
P.– Si usted es la candidata de la coalición entre el uribismo y los conservadores, ¿quién será su vicepresidente?
R.– Alguien de la coalición, nosotros realmente tenemos claro que aquí de lo que se trata es de sumar programas, de sumar fortalezas, de tener más capacidad de convocatoria. Y hemos definido que quien quede primero en el mecanismo que se escoja, irá a la presidencia y quien quede segundo será a la vicepresidencia. Por fortuna, el Centro Democrático tiene muy buenos candidatos y yo con cualquiera de ellos me sentiría muy satisfecha.
P.– Esa coalición, ¿es una unión sólo basada en el NO que triunfó en el plebiscito o tiene una base programática de verdad compartida?
R.– No, no, no. Lo que pasa es que hemos tenido la oportunidad durante muchos años de compartir una visión del manejo del Estado y de la economía. Creo que tenemos muchísimas similitudes. Al final del día, tenemos una ideología parecida. Hay unos que somos de centro-derecha, otros de una derecha más derecha… pero acá hay muchísimas similitudes. Y durante este tiempo cada quién ha trabajado su programa para poder competir contra los demás y tener algo novedoso que poder ofrecer a los colombianos. Pero esa coalición se va a hacer con un programa unificado.
P.– Me hablaba usted antes de problemas de seguridad jurídica en Colombia. Me gustaría preguntarle por el caso Electricaribe, la filial de una energética española que no cobraba del Estado, se la expropió y ahora, tras una mala gestión pública la quieren devolver. ¿Hay seguridad jurídica para invertir en Colombia?
R.– Yo creo que cualquier empresa nacional o extranjera debe tener seguridad jurídica para invertir en Colombia. La tranquilidad de que no lo expropien, de que haya unas normas tributarias estables. No quisiera entrar a profundizar en el caso de Electricaribe porque creo que ahí hubo culpa de las dos partes. Creo que la deficiencia energética de Electricaribe en sus inversiones, en dar un servicio de calidad y estable, también generó una gran rechazo a la empresa. Pero por otro lado creo que es inaceptable que haya una empresa que tenga que prestar sus servicios a pérdida, que no pueda recaudar su cartera, que el propio Estado haya sido, de alguna manera, deficiente en ese aspecto.
P.– ¿Cuál es su postura respecto a la crisis venezolana?
R.– La he tenido siempre, desde el primer día. Colombia ha sido desafortunadamente responsable de este autoritarismo, de esta dictadura que está viviendo Venezuela. Porque Colombia fue uno de los países que promovió la Carta Democrática de la OEA [Organización de Estados Americanos] en el año 2000, durante el Gobierno de Andrés Pastrana [líder del Partido Conservador por el que Ramírez se presenta], y en eso lamentablemente el Gobierno de Juan Manuel Santos —con el pretexto de la paz también— hizo la vista gorda, miró para el otro lado cuando ya era evidente el deterioro de la democracia, que se estaba acabando la separación de poderes, que mataban jóvenes en las protestas. ¡Porque es que los muertos no son recientes! También hace tres años hubo muertos en las protestas y lo que hizo el Gobierno colombiano en ese momento fue acallarlo diciendo que iba a ayudar a sentarse a dialogar, y cuando se sentaron a dialogar lo que hizo fue darle más espacio a Nicolás Maduro.
P.– ¿Hay una crisis migratoria? ¿Cómo debe afrontarse?
R.– Colombia hoy está sufriendo también terriblemente por esta dictadura en Venezuela, porque tenemos una migración enorme. ¡Tenemos que atender a los venezolanos! Yo creo que debemos demostrar solidaridad, pero también tenemos que ser realistas. Colombia no se puede echar sobre sus hombros la totalidad de la migración venezolana. Lo que yo he venido proponiendo hace más de seis meses es que la cancillería colombiana haga lo que hizo la señora Merkel en Alemania: hable con el resto de América Latina para que cada Gobierno asuma una cuota de esa migración venezolana, mientras que se soluciona el problema de la democracia, que ojalá sea en el foro de la OEA.
P.– El partido de las FARC se ha fundado recientemente en Colombia, pero también en Venezuela…
R.– ¡Claro! Ésa es parte de la estrategia de ellos. Unir esfuerzos desde el punto de vista político, militar y económico… Para nadie es un secreto que las FARC se nutren de la plata del narcotráfico. Ese partido de las FARC en Venezuela se va a nutrir de la plata del narcotráfico. El Gobierno venezolano se nutre de la plata del narcotráfico, cuando no de la que se roba del petróleo venezolano. Aquí lo que vemos es una sumatoria de recursos ilegales para tomarse el control y el poder en Colombia porque ya lo tienen en Venezuela. Por eso es un tema que debe tener un gran interés para la comunidad internacional. Esto no es solamente un tema político de un vecino, esto es un asunto de defensa nacional para Colombia.
P.– Eso tiene una derivada en España. Le tendré que decir ‘presuntamente’ porque ninguna sentencia judicial me permite todavía quitar la palabra…
R.– En Podemos.
P.– Correcto. Podemos presuntamente ha sido financiado por el régimen venezolano, tanto por Hugo Chávez como después por Nicolás Maduro. ¿Existe el riesgo de que eso funcione en España como una cabeza de puente de esa confabulación económica para tomar el poder, como dice usted?
R.– ¡Pues sí! Yo creo que fue muy evidente esa obsesión de Hugo Chávez por lograr trascender y no solamente llevar su modelo del socialismo bolivariano a toda América Latina sino también poner sus puntales en otros lugares. Y es evidente en muchísimas declaraciones que ha habido, inclusive de gente venezolana que hoy esta en el exilio, cómo Chávez ayudó a bastantes líderes políticos en varios lugares, aparentemente también en España. Esto lo que nos lleva es a hacer una reflexión de cómo hoy, con toda la modernidad y la globalización, la tecnología, la transferencia de recursos a través de las redes, se puede lograr una gran cooperación internacional para evitar que lleguen recursos de fuera a acabar con la democracia en nuestros países.
P.– Desarrólleme eso, porque precisamente iba a ser mi siguiente pregunta. ¿Cómo se puede frenar todo es modelo político que mana del Foro de Sao Paulo?
R.– Creo que tiene que haber una gran cooperación internacional. Saber que hay una amenaza interna cuando desde afuera se quiere dañar la democracia. Lo acabamos de ver en las elecciones de EEUU. La supuesta participación de Rusia, a través de todos estos cibernautas que están interfiriendo en las redes, en la información. Todo esto son amenazas reales y tiene que haber una cooperación de los demócratas del mundo, de las economías y de los países de Occidente que tenemos una cultura de estimular la democracia para evitar que haya estas interferencias extranjeras.