Según la Voz de América el foco principal del viaje del Secretario de Estado (SdE) Rex Tillerson a Latinoamérica (Latam) es Venezuela. En realidad ese ha sido el tema resaltante en cada una de sus paradas en los cinco países que visitó (México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica).
La vieja doctrina
Chávez llega al poder estando Bill Clinton en la Casa Blanca, pero justo para los sucesos de abril de 2002 ya George Bush era presidente de EE.UU. Desde el principio Bush enfrentó a Chávez. Tanto que el finado lo acusó de haber propiciado y condonado su salida del poder. Condoleezza Rice, quien luego sería Canciller de Bush, como Consejero Nacional de Seguridad le sugería a Chávez que rectificara luego de su vuelta a Miraflores. Incluir al régimen chavista en el «eje del mal» fue una posición más verbal que otra cosa, Bush estaba más bien ocupado del Medio Oriente, luego del 9/11 y de su guerra al fundamentalismo islámico.
Chávez y Lula, junto a Rafael Correa, Evo Morales y los Kirchner conformaron un frente antinorteamericano alineados con la política del Foro de San Pablo y las orientaciones del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI) que acabaron con la estrategia de Clinton, seguida por Bush, de constituir el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En Argentina emboscan a Bush y acaban con este proyecto que por cierto tenía mucha resistencia por el tema de los subsidios y protecciones de EE.UU. a su agricultura, rublo fundamental de la región. Bush, sin embargo, no se amilanó y firmó varios Tratados de Libre Comercio, con casi todos los países ribereños del Atlántico, menos Ecuador. Correa decide no seguir esas negociaciones, y Colombia lo hace en la administración de Obama. El alejamiento de Bush dejó un vacío que fue llenado por China y Rusia, que llegaron a la región de la mano del castrochavismo, junto a Irán. Y nada de eso pareció ser importante para EE.UU. Varias veces Hillary afirmaba que eso no era una real amenaza. Ahora China y Rusia son considerados actores hostiles en la región.
Obama el apaciguador
Obama vino con la política del Smart Power con Hillary Clinton a la cabeza. Le extendió la mano a los latinoamericanos y Cuba aprovechó para volver a la comunidad de naciones por la puerta grande. John Kerry, quien sucede a Hillary, incluso anuncia la muerte de la doctrina Monroe. Lo cierto es que la política de Obama para el hemisferio, al menos en cuanto a Venezuela, se alineó con la del Foro del San Pablo, al basarse en tres elementos: facilitar la participación de la FARC en la política de Colombia a cambio de acabar con la guerra; levantar las sanciones a Cuba e incluso el embargo; y, para no dificultar los dos puntos anteriores, mantener el status quo en Venezuela.
No hay que confundirse con el hecho de que Obama haya sancionado a unos cuantos funcionarios violadores de derechos humanos en Venezuela. Esa fue una acción coordinada por legisladores latinos en su mayoría republicanos en el Congreso estadounidense que contó con la oposición en el bloque de los demócratas y del mismo Obama y su Departamento es Estado.
La doctrina T&T
Con Trump se impone la visión de los legisladores principalmente latinos y republicanos de cambiar la posición de apaciguar al régimen, a enfrentarlo. Entonces se incrementan las sanciones individuales y luego se imponen las financieras.
Pero esta es una fase de transición en la cual el antiguo aparato del Departamento de Estado que había manejado el tema seguía moviendo los hilos.
El punto de quiebre se da cuando al mismo tiempo que Tillerson parte en su primera gira por el sur, se conoce la renuncia de Thomas Shannon como subsecretario de Estado para asuntos políticos. Shannon fue el artífice de la posición de EE.UU. hacia Venezuela en la época de Obama. Entre sus logros, facilitando la realización de las elecciones que llevaron a la oposición a la Asamblea General. Sin embargo, su posición fue siempre de apaciguamiento y de buscar oportunidades para el avance de la oposición en el terreno electoral. Era la famosa lucha de posiciones, muy típica de la diplomacia.
La doctrina Trump/Tillerson (T&T) delineada en el discurso en Texas, es algo bastante diferente. Sería el equivalente a la guerra de movimientos gramsciana (por Antonio Gramsci) que se perfila como acción envolvente que aislaría al madurismo. En esto el papel de una alianza internacional es crucial para el crecimiento de la presión externa. El objetivo es una salida democrática, es decir, electoral, pero si para eso deben intervenir los militares, que así sea.
Esta amplia coalición de países occidentales que se quiere construir, EE.UU no la quiere liderar, al menos públicamente, por aquello del sentimiento antinorteamericano. Prefieren que los latinos estén a la cabeza y en este sentido el Grupo de Lima juega un papel clave. El papel de la comunidad internacional sería aislar al régimen creando, como diría Betancourt, un «cordón sanitario» a su alrededor, pero iría más allá al apretarlo con sanciones de forma creciente, sin olvidar que al menos Trump ha recordado que la opción militar está sobre la mesa.
Aumento de sanciones
El aumento de las sanciones – el próximo paso. Ya la Unión Europea hablo de incorporar a los familiares de los sancionados en la lista; la Francia de Macron que el año pasado pedía limitar las sanciones y fomentar el diálogo, ahora ha declarado que «favorece» el incremento de las sanciones a Venezuela y a no limitarlas a individuos; y en varias cancillerías de Latam el tema de las sanciones individuales está en discusión. Un ejemplo: Costa Rica, que prohibió la entrada a Padrino López y su familia.
La doctrina T&T plantea aumentar progresivamente las sanciones económicas y en especial las petroleras. Ellas fueron planteadas en Argentina, asunto que había levantado Macri en su viaje a los EE.UU. a finales del 2017. Frente al contraargumento de que esto crearía una crisis humanitaria, el Secretario de Estado respondió: «Uno de los aspectos que se considera al sancionar el petróleo es cuáles serían las consecuencias sobre el pueblo venezolano. Pero no hacer nada, es también pedir que el pueblo venezolano siga sufriendo». En este sentido se requiere una acción rápida y contundente para parar la tragedia venezolana.
La doctrina T&T se define además por incorporar a Rusia y China como factores hostiles a que se restablezca la democracia. Y redefine a los EE.UU. como «multidimensional partner» en una asociación «que beneficie a ambas partes con el compromiso de apoyar el crecimiento económico, la educación, la innovación y la seguridad». El imperio benevolente.
Según el alemán-mexicano Heinz Dieterich, teórico del Socialismo Siglo XXI y ahora crítico del régimen, la doctrina T&T iría más allá al estar dirigida a acabar con el SSXXI, lo que incluye a Cuba y Nicaragua, y a revivir la Doctrina Monroe.
Ya no se trata de apaciguar sino que se trabaja para combatir al régimen de Maduro lo más rápidamente posible. Una especie de fast-track.
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Para Dieterich ya es muy tarde para que el grupo de los cuatro burgueses, (Maduro-Cabello-Reverol-Padrino López) rectifiquen como les había sugerido, y hubieran adoptado por «la solución sandinista». Es decir un acuerdo entre régimen y oposición, en el cual «el régimen mantiene el control de la FAN y se inicia un cambio de modelo económico hacia uno de economía de mercado con «cierta protección de las clases populares y medias», como hicieron los sandinistas en 1990. Por el contrario, podemos argumentar que el régimen convertido en «pranato» prefirió aliarse con grupos delincuenciales y corromper en especial a las FAN para asegurar su permanencia por complicidad. La corrupción es un elemento clave en esta doctrina y será el tema de la próxima Cumbre de las Américas a realizarse en Perú en abril. Lamentablemente, todavía la nueva visión de EE.UU. no incluye al régimen de Maduro como un peligro en términos del combate.
Hay urgencia y las cartas están echadas, incluso no se descarta la posibilidad de un golpe militar. Por ahora, esperar el próximo paso de esta alianza.