La semana pasada se señalaba en los portales que publican el precio del dólar en Venezuela, una caída importante desde los 263 mil bolívares a 224 mil bolívares. Una caída inusual, luego de que el dólar mantuvo una tendencia alcista sin detenerse, aparentemente debida a la incertidumbre política, económica y social que sufre Venezuela en medio de un proceso de colapso general en desarrollo.
La brusca caída del valor del dólar se dio por dos razones fundamentales. Los más de cuatro millones de venezolanos que se encuentran en el extranjero, han comenzado a enviar dinero a sus familiares a través de las remesas que se hace de forma digital, con transferencias y en algunos casos de forma física, para quienes están muy cerca en las fronteras y la demanda interna casi nadie puede cubrirla con los ingresos que tiene.
El monto estimado de las remesas, al calcular un promedio de 500 a 375 dólares al año por emigrante, permite determinar que la cantidad general de estos envíos de dinero suma al menos entre unos 2,25 mil millones de dólares a 1,70 mil millones de dólares al año. Operaciones a las que el gobierno quiere establecer controles para hacerse de ese ingreso, por lo que ha dispuesto de la reactivación del sistema Dicom, que la semana pasada arrojó una variación de precios al alza del dólar oficial que pasó de su última tasa entre 4.500 bolívares a más de 31 mil bolívares, siendo una depreciación del bolívar contra el dólar de 588,88%. Hay que recordar que previo a esto el Ejecutivo eliminó la tasa del dólar Dipro que estaba en 10 bolívares y beneficiaba a un minúsculo grupo de empresas ligadas al oficialismo.
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El envío de dinero de los venezolanos en el extranjero comienza a dominar el mercado de intercambio a través de redes sociales y anuncios de familiares se producen las ofertas. La mayoría ofrece desde 20 dólares a 100 y 150, lo que representa ingresos de unos 23,3 millones de bolívares para quienes reciben los pagos, cuando ofrecen 100. Se trata de un mercado particular, que ha nacido producto de la necesidad de la población de cubrir los altísimos precios de alimentos, insumos médicos, medicinas, equipos, productos electrónicos, ropa, etc.
Se ha vuelto común en las regiones del interior ver operaciones de intercambio directamente con dólares, comerciantes que reciben pesos colombianos, dólares trinitarios, reales brasileños y dólares norteamericanos, en vez de bolívares y un aumento de las personas que usan las monedas extranjeras en vez del signo monetario nacional.
Todo ese fenómeno responde a que por un lado el bolívar venezolano ha fallado o perdido todas las características que tiene el dinero. Se trata de un proceso que viene desde años anteriores. En la edición número 2.051 de la revista Zeta de fecha 27-05-2016, en este mismo espacio se publicaba el inicio del proceso del fin del bolívar. Todo empezó cuando las personas comenzaron a crear grupos de “trueque” en redes sociales, una vez que comenzaron a notar que no valía la pena disponer del bolívar como medio de pago, sino usar los mismos rubros que se lograban obtener: “En las redes sociales ha surgido un fenómeno, en que el intercambio de rubros de primera necesidad, que son escasos por tener precios regulados, ha producido una forma de comercio, en que el medio de pago ha dejado de ser el bolívar, sino rubros igualmente. Es el “trueque”, que consiste en cambiar productos como detergentes, por jabones, crema dental, papel higiénico, pañales y la joya de los cambios, la leche en polvo, entre otros. Facebook, con la opción de la creación de “grupos”, permite que una persona interesada en formar parte de la red, solicite su adhesión a una de estas comunidades y una vez sea aceptada por los administradores del sitio en el que convergen cientos de miles de personas, proceda a realizar ofertas o a implementar intercambios con quienes ofrecen o demandan productos”.
El fallo del bolívar es tal, que el oficialismo, que se propone a lanzar una criptomoneda, en su primera emisión, prevista para el 25 de febrero, no aceptará operaciones en moneda nacional, sino en dólares o con otras criptomonedas que se cotizan en los mercados internacionales.
El bolívar ha perdido todas sus funciones como dinero. En la edición 2.047 de fecha 29-04-2016, también en Zeta, se advertía que lo último que ocurriría sería que el ícono monetario venezolano perdiera también sus funciones como medio de pago: ”Fin del bolívar. Todo ese proceso tiene una última fase, según el criterio del experto es que vendrá la estabilización monetaria finalmente, y ha ocurrido en todas las hiperinflaciones conocidas hasta ahora. Fernández dice que puede ocurrir por cambios que el gobierno introduce o porque la población rechaza seguir usando la moneda actual y la sustituye. (…) Explica que en la teoría económica, la Ley de Thiers, indica que el dinero bueno, saca el dinero malo de la circulación, y que es inevitable, porque la población comienza a repudiar la moneda que no le sirve. Se ve en que ya el bolívar no es usado como moneda de reserva de valor, ni de ahorro, hasta ahora se usa como medio de pago, pero el analista señala que no queda mucho tiempo en que también pierda tal función, debido a que a diario aparecen nuevos métodos de intercambio, como el trueque de ciudadanos con productos básicos. Fernández dice que el dólar es el que más se usa en Venezuela, por lo que podría ser la moneda sucesora del bolívar. Ya en el país, el mismo gobierno ha introducido operaciones en divisas, con carros, turismo, tasas estatales, entre otras. El sistema monetario del venezolano depende de dos situaciones, la primera es que el gobierno reduzca el gasto público y haga una reforma monetaria, la segunda es que se pierda el bolívar y se adopte el dólar. Asegura que si no hacen la primera, lo segundo será ineludible.”
En la práctica, la dinámica actual demuestra que ya el uso del bolívar es casi imposible de lograr. Por lo menos con el dinero efectivo o físico. En los bancos venezolanos no se logra conseguir más de cinco centavos de dólar como forma de retiro diario, escasamente unos 10 mil bolívares, para ello debe hacerse colas de hasta dos y tres horas en cada agencia bancaria con el único fin de lograr esa minúscula cantidad de dinero, que no permite cubrir ni siquiera el costo de un café con leche. En algunas regiones, para el transporte interurbano, no alcanza ni siquiera para pagar el pasaje de ida, todavía en algunas capitales sólo podría pagar la ida y vuelta. Una ciudadana luego de pasar dos horas para retirar los 10 mil bolívares, al salir del banco debió pagar en efectivo nueve mil bolívares de estacionamiento.
Para pagar una bombona de gas, exigen pagos en efectivo, lo que implica ir todos los días al banco a retirar dinero por una semana, hay ocasiones que los bancos no tienen ni ese efectivo. El sistema electrónico de pagos usando tarjetas de débito, encarece los productos, en los mercados quien pague con efectivo logra mejores precios que quienes paguen con dinero electrónico.
Con el bolívar no se puede ahorrar, no se puede usar como reserva de valor y ahora no se puede comprar casi nada, se trata del final de esta moneda y del paso a un proceso de dolarización que los ciudadanos están produciendo y que el Estado, ahora débil en las finanzas, buscará la forma de beneficiarse, regulando o arbitrando las operaciones que pueda.
Twitter: @alexvallenilla