Sólo hay un caso en el que no haya que empezar por el nombre del protagonista: si se trata de una muerte. Para posicionar un texto, ganarpuestos en la primera página de google cuando un potencial lector haga una búsqueda relacionada con el tema del momento, el personaje debe ser la palabra clave. Pero si es deceso, debo empezar con “Muere tal…” Eso me ha enseñado Sara, la experta en SEO del periódico, que nos posiciona de lujo en la competencia por el tráfico y nos ayuda a saber cómo escribir.
Y ahí está el asunto: ¿De qué escribimos, de lo que interesa o de lo que importa?
Esta semana he entrevistado a Vega, una cantante y compositora española que saca discos como quien se deja una bufanda en el bar de tu colega: cada nuevo álbum me da una excusa para quedar con ella. Cuando voy a entrevistarla, preparo adrede pocas preguntas, porque sé que lo que saldrá será una charla casi de amigos. La cantautora me contó una cosa que engarza muy bien en el título de su último trabajo: ‘La Reina Pez’.
Ella, como mujer, nada a contracorriente en este mundo todavía machista. Trata de facilitárselo siendo su propia productora, empresaria y promotora. Pero aun así, el circuito comercial, su SEO particular, está copado por una música “tan de consumo rápido como el fast food”. Y entonces, dejé de ser yo el que preguntaba, lo hizo ella: “Y los medios, ¿dais eso porque es lo que la gente consume o la gente consume eso porque es lo que le dais?”
Llevo unos días pensando en ello y he concluido que escribimos lo que podemos. Una mezcla entre lo que interesa —lo que vemos que le funciona a la competencia y lo que atrae a nuestro público— y lo que importa —lo que, en un esfuerzo por recordar por qué nos hicimos periodistas, creemos que no podemos desatender—. Bueno, y además algún capricho, como una entrevista con la artista.
Este fin de semana, estoy en un hotel rural disfrutando de la floración de los cerezos en el valle del Jerte, en Cáceres (Extremadura). La cita con Vega me supone acostarme tarde desde hace tres noches, pensando en su pregunta y tecleando su entrevista. Eso, en lugar gastar la sombra de los árboles primaverales en escribir esta columna sobre lo que interesa:
Esa Universidad española, llena de mangarrianes que hacen su negocio inventando másteres inútiles y regalándolos de tapadillo a influencers de la política. Así se dan un falso prestigio que atrae a insensatos enfermos de titulitis. Todos sabemos que es un círculo vicioso de falsedades y constatamos la sospecha de por qué ninguna de nuestras universidades está entre las 500 mejores del mundo, pero la bronca es por quitarle el puesto a una presidenta autonómica, Cristina Cifuentes. Te han pillado, maja, serás el chivo expiatorio, pero de nada servirá porque aquí no se trata de mejorar la enseñanza superior, sino del juego de la silla.
También, según abro mi Twitter, siento que debería tomar postura sobre la reacción del Gobierno español ante el bombardeo estadounidense en Siria. Un comunicado calculado para no ofender al emperador Trump, líder de nuestro mundo libre, ni al príncipe saudí recién agasajado en Madrid —ése que no termina de firmar los contratos que den de comer a nuestros famélicos astilleros públicos— mientras se cuida el ministro Alfonso Dastis de no parecer belicista. No vaya a abrirse un nuevo motivo de polémica con la izquierda radical y falsamente pacifista, ésa que se abraza con los dictadores socios de Putin y se cobra de los ayatolás las facturas del teléfono. Pero para qué, si lo que me daría clics es titular esto con una frase de brocha gorda y fácil digestión, y yo como periodista querría hacer una reflexión que explicara por qué como país nos conviene estar con la opción mala y no con la peor.
Es posible que debiera hacerle hueco en mi columna a la bronca catalana: si los autodenominaros Comités de Defensa de la República —esos CDR que han copiado el nombre de los pequeños soviets del castrismo— pueden ser acusados de rebelión y terrorismo, como cómplices del golpista Puigdemont, o si basta con empapelarlos por desórdenes públicos…
Creo que si junto en el título “Siria”, “Cifuentes” y “CDR”, la arañita de google me encontrará rápido y me colocará en lo más alto de las búsquedas. Y si empiezo por “muere” y sigo por “Trump”, reviento el SEO. Pero en verdad creo que es mucho más importante eso otro que me dijo Vega: “Yo estoy más pendiente del público que de los medios porque son ellos los que, con el boca a boca, hacen que las cosas se muevan”. Claro, ella no trae tráfico masivo, no es “fast food”.
También sé que nadie leería esta columna si la dedicara entera a explicar por qué el dueño de La Finca del Carpintero, mi hotel en el Jerte, no aguanta más, y eso que dicen que se acaba la crisis. Él pone todo el trabajo y el riesgo mientras la Administración le da o quita licencias a capricho y los “buitres” que lo posicionan en el SEO del turismo le sacan una comisión del 30% y ni pagan los impuestos en España. Yo sé qué es lo que interesa, pero hoy me importan los cerezos en flor y la cantautora que nada a contracorriente. Claro, que estoy de fin de semana.
Alberto D. Prieto es Corresponsal Internacional de OKDIARIO